El Congreso Internacional de Semillas que se desarrolló recientemente en Sudáfrica constituyó el primer mojón de un gran paso que está por dar Stine Seed, el mayor semillero privado del mundo: desembarcar en el mercado africano.
Por similitudes geográficas, climáticas y productivas, gran parte de esta operación se apoyará en el know how desarrollado por Stine en Argentina, Brasil y Sudamérica en los últimos años, desde que decidió llegar a esta zona del mundo en el año 2017.
“Estamos poniendo un pie en África”, adelantó Manuel Rosasco, Gerente de Operaciones de Stine Semillas.
La visita al Congreso Internacional de Semillas sirvió precisamente para dar ese “primer pasito” e “ir conociendo a dónde nos estamos metiendo en cuánto al negocio, las hectáreas productivas que tiene el continente, accesibilidades, etcétera”.
Según estimaciones a nivel global, para 2050, alrededor del 50% de la población mundial estará viviendo en África. “Es el mercado emergente que se viene en el futuro cercano. Así como se hablaba de Brasil, acá hay un Brasil dormido”, comparó Rosasco.
Otro aspecto clave que mencionó es el bajo nivel de inversión y desarrollo que todavía tiene el agro, lo que muestra un enorme potencial para crecer. “Tanto la tecnología, como la genética es muy vieja, los cultivares que utilizan los productores son antiguos”, afirmó.
La mira en 2025
Si hay algo que distingue a Stine y lo consolida como el semillero privado más importante del mundo, es que en su amplia paleta de semillas incluye prácticamente todas las variedades posibles, para todas las geografías y climas: desde los grupos 000 que se utilizan en zonas muy frías como Canadá, China hasta grupos 8, 9 para regiones cálidas tropicales como el norte de Brasil.
“Lo que tiene Sudáfrica es que hay muchas similitudes geográficas con Argentina y Brasil, en términos de crecimiento y desarrollo de los cultivos. La latitud y la Altitud permite jugar con variedades de Grupo 4,5 a 6,5 o 7 en soja, por ejemplo. Con el potencial de nuestro programa, uno puede migrar variedades adaptadas a cualquier estilo de manejo”, repasó Rosasco.
En concreto, la idea de Stine es, para este año, implantar las primeras variedades de soja e híbridos de maíz, para multiplicar o producir durante 2024 y comenzar a comercializar las semillas en 2025.
En rigor, las biotecnologías de los cultivares ya están aprobadas, restan tiempos de inscripciones y registros para que el semillero privado más grande del mundo diga presente de forma comercial en el continente Africano.
Mientras tanto, “estamos armando sets de evaluación de 40 variedades que cubren madureces de 4 y medio a 7, para evaluar con distintas empresas que ya se ofrecieron para trabajar en conjunto”.
“En Sudáfrica lo que necesitan es inyectar cultivares nuevos: por más estrategias y manejos agronómicos de avanzada que se planteen, cuando uno observa los catálogos de variedades e híbridos, es como mirar el mercado argentino de hace 8 años. Lo que falta acá es tecnología y romper con el manejo convencional de un mismo híbrido o variedad hace años”, se entusiasmó Rosasco.
Y continuó: “Desde el minuto uno que llegamos allí, hubo muchas empresas de los continentes europeo, africano y asiático que se acercaron con el entusiasmo de querer evaluar y empujar el desarrollo de variedades. Están muy necesitadas de genética nueva, de potenciar los manejos”.
Como parámetro, Rosasco mencionó que el rinde promedio de la soja en Sudáfrica es de solo 22 quintales por hectárea, en una superficie de apenas 1,2 millones de hectáreas –similar a la de Uruguay–. Es una muestra clara, según el ejecutivo de Stine, de la necesidad de “Inyectarle un desafío al rinde para despertar a este gigante africano”.