En los últimos dos meses, la faena se ubica un 2,5% por debajo del año pasado, quebrándose una tendencia a la suba que venía desde principios del 2017. En agosto vuelve a subir la participación de los machos en la matanza, y baja el porcentaje de las hembras, que cae a un 44,7% y se ubica muy cerca del equilibrio. El consumo per cápita se encuentra hoy en niveles muy parecidos a un año atrás, y al subir el precio de la carne al mostrador por encima de la inflación puede decirse que hay -medido a moneda constante- un modesto aumento en la demanda por parte de los consumidores, en un contexto muy difícil. Por razones estacionales, debería esperarse un aumento de la oferta de ganado liviano de feedlot para los próximos cuatro meses, acentuado este año por la generalización de la seca, pero debe tomarse en cuenta que todos los engordes están atrasados y que muchos feedloteros e invernadores han optado por agregarle más kilos a sus animales, en función de una diferencia de compra/venta muy adversa.
Si llueve en forma generalizada, puede registrarse una retención de primavera, pero si la seca tiende a acentuarse, la oferta puede incrementarse. Hasta ahora, principios de septiembre, la mayor oferta de ganado gordo -en su mayoría proveniente de los corrales- todavía no ha aparecido, aunque este año todos los engordes se demoraron en arrancar.
En un reciente seminario organizado vía zoom, el titular de un importante frigorífico exportador refirió lo siguiente: “Durante el primer semestre de este año nuestra empresa tuvo utilidades interesantes, que se redujeron en julio y desaparecieron en agosto, mes en que cambiamos la plata.
En septiembre, con la suba del novillo que se ha registrado, con la baja del Hilton, y la retirada de los rabinos (kosher a Israel), pensamos que vamos a estar en un rojo moderado. Con China, después de una caída del 40% en los valores FOB desde noviembre pasado, los negocios con vaca cierran muy justo o directamente no cierran. La reciente suba del precio de la vaca (“manufa”, conserva), combinada con la baja de los valores que paga China, ha llevado a muchos exportadores a levantar el pie del acelerador con este mercado. Los testeos masivos de la carne importada que están haciendo las autoridades, los importadores y hasta los distribuidores introducen una incertidumbre insoportable. Además, estamos entrando en una época del año en que baja la oferta de vacas por razones estacionales: hoy ya cuesta mucho completar la faena con destino a China. Se tiene la esperanza que los festejos del año nuevo lunar chino, que se inicia el 12 de febrero próximo, determine compras importantes en octubre y noviembre, pero todo dependerá de que se logre controlar los rebrotes del Covid 19 y la población pueda viajar sin miedo.
¿Otros mercados? No hay en el mundo hoy -pese a la baja de los valores que paga China- un destino que pague valores similares, y mucho menos que demande los volúmenes que compra el gigante asiático. También daría la impresión que los importadores -y el gobierno chino- han tomado conciencia del poder de negociación que tienen, al convertirse en el primer comprador de cerdo y vacuno de la mayoría de los países exportadores, y lo están haciendo pesar. Descontamos que en los próximos meses habrá una menor oferta de vacas, por razones estacionales, pero nos preocupa ver que pese a que la faena de novillos aumentó un 10% en el primer semestre de este año, la oferta de esta categoría no alcanza para los planes de faena de una industria exportadora que en los últimos años aumentó mucho su capacidad instalada. En tres años, la mayoría de las plantas frigoríficas exportadoras ha aumentado la capacidad de faena, de despostado, de congelamiento o de cámaras: en pocos años, las exportaciones de carne vacuna se han entre triplicado y cuadruplicado, y la oferta de novillos pesados, si bien aumentó, lo hizo bien por debajo de ese incremento de la capacidad de faena. Están reabriendo plantas exportadoras que estaban cerradas, y varias plantas consumeras grandes del GBA han hecho fuertes inversiones para reconvertirse también en exportadoras. Además, existe el fenómeno de los exportadores sin planta, que operan como usuarios, especialmente con destino a China, y al menos tres cadenas importantes de supermercados que progresivamente han pasado a trabajar novillos pesados, que integran muy bien con el consumo en sus propias bocas.
Durante dos años, con una desbordante demanda china, pudimos completar con vacas la creciente capacidad instalada de la industria, pero ahora está claro que no hay vacas suficientes -si seguíamos así, nos íbamos a consumir el stock- y que la cantidad de novillos pesados no alcanza para la “nueva” capacidad de las plantas. Hace doce años matábamos 450 mil novillos al mes, y hoy hacemos una fiesta porque estamos matando 300 mil. Buena parte de la industria consumera, que no le ve ningún futuro económico a la prestación del servicio de faena a matarifes y usuarios, también se está preparando para exportar. Si nuestro país pretende vender al exterior por arriba del millón de toneladas anuales, nos da la impresión que no hay vacas y novillos pesados suficientes”.
Autor: Ignacio Iriarte – Informe Ganadero