La idea es bastante parecida al modelo uruguayo. Cuando se descargue una media res en un comercio minorista, quien entrega la carne le cobrará al carnicero dentro de la factura una suma en concepto de impuestos, equivalente a un porcentaje de la facturación o a un valor fijo por kilo, aún debería definirse.
Por ejemplo, si la media res vale 100 pesos por kilo gancho, en la factura deberían figurar 110 pesos, que son los que efectivamente se le cobrarán al carnicero. Los 10 pesos de diferencia serán una suma que luego irá a parar al Fisco, para cubrir IVA e Ingresos Brutos a nombre de ese minorista. Luego se prorrateará entre rentas nacionales y provinciales, con una fórmula a definir.
Esto implica que ya no se tomará a los puntos de venta de carne como contribuyentes tradicionales, que cada mes o año hacen sus números y en función de ello depositan sus impuestos en Rentas nacionales o de la provinica, según corresponda. Hoy, como la presión fiscal es elevada, sobre todo teniendo en cuenta el peso de Ingresos Burtos, una inmensa mayoría de los carniceros no emite factura a sus clientes, menos contrata a un contador que le lleve los números, y muchas veces aparece anotada como “monotributista” cuando por los niveles de facturación deberían ser considerados “autónomos”.
Fernando Canosa, uno de los coordinadores técnicos de la Mesa de las Carnes, confirmó que este fue uno de los temas nuevos que se pusieron sobre la mesa la semana pasada, en la sexta reunión de ese bloque de cámaras y entidades con el presidente Macri.
Fuente: Bichos de Campo