En la última semana, las lluvias que se desarrollaron fueron débiles, pero muy recurrentes. Hubo sectores que acumularon más de 15 mm. Con nuevas provisiones de humedad el trigo sigue muy bueno en el 75% del área, tras un julio que se va con las lluvias que las estadísticas le mandan: más de 40 mm hacia el este, que disminuyen siguiendo el típico gradiente invernal hasta los 5 a 10 mm en el oeste. El año pasado estos valores eran casi el doble. El ambiente húmedo y las altas temperaturas dominaban la región apurando las etapas del cultivo. En cambio este año, el crecimiento aéreo es muy lento. Sólo un 30% del área triguera ingresa esta semana a la etapa de macollaje, completando el 83% de los cuadros que se encuentra transitando este estadio. Un 13% está desarrollando hojas y un 3%, más atrasado todavía, se encuentra emergiendo.
“Se espera un Niño de baja intensidad para mediados de primavera” comenta José Luis Aiello, Dr. en Cs. Atmosféricas. “Pero el estado de variabilidad que presenta la atmósfera puede traducirse en eventos anómalos, tanto secos o húmedos.”, advierte.
El trigo va por su “maximum maximorum”
El año pasado el trigo alcanzó los 43 qq/ha, quedó a solo un quintal por debajo de su marca máxima en la región central en el ciclo 2010/11. Y sin embargo, hubo muchos problemas: excesos de humedad, y en agosto, el calor y la humedad hicieron explotar un inédito ataque de roya amarilla. Incluso para esta época, el calor de julio del 2017 forzaba a un puñado de lotes a entrar en encañazón por el acortamiento de etapas que producían las altas temperaturas. Ese acortamiento del macollaje limitó a esos trigos a unos pocos tallos y menos cantidad de espigas por plantas. Pero fue un año exitoso. La alta tecnología en fertilización y el excelente control de enfermedades logró que el cultivo alcance los más altos niveles de rinde. En este ciclo 2018, el trigo cuenta con una fertilización aún mayor —muchos están refertilizando, en este momento— y las horas por debajo de los 5C° de julio, son más del doble que las de un año atrás. El trigo no sufrió daños por la gran helada. Está creciendo lento pero con mayores tasas de macollaje por la mayor cantidad de horas de frío. Los ingenieros explican que el frío contribuye a la vernalización, lo que puede traducirse con una mayor floración. Por todo esto empieza a haber una gran expectativa, el 2018 puede demostrar cuál es el máximo rinde que el trigo puede alcanzar cuando el clima y la tecnología se alinean a su favor.
Fuente: GEA