La invernada ha sido sin dudas la primera categoría en capturar a este boom de demanda en plena zafra de terneros, lo que forzó a una relación de compra-venta contra el gordo sumamente ajustada. En este sentido, la zafra de este año tuvo matices particulares. La buena situación de los campos durante el otoño permitió una mayor retención de terneros y a su vez, mayor número de productores -incluso agrícolas- comprando esa invernada para recriar.
Esta situación llevó a postergar temporalmente el llenado de los feedlots. Los corrales lograron estabilizar sus ingresos recién a partir de mayo alcanzando su pico de ocupación en el mes de junio con el 70% de la capacidad, pero comenzaron a vaciar anticipadamente. En julio el nivel de encierre ya había retrocedido 3 puntos porcentuales, cuando normalmente el quiebre se da a partir de agosto.
Sucede que, al mayor valor de la invernada también se sumó un creciente costo de alimentación, debido fundamentalmente a la suba del precio del maíz, como principal insumo. El maíz, ha experimentado una suba sideral en los últimos dos meses, pasado de niveles medios de $9.000 por tonelada a mediados de julio a más de $12.000 actuales, esto es una suba de cerca al 35% en tan solo 60 días.
En concreto, de acuerdo a los números calculados por la CAF (Cámara Argentina de Feedlots) una operación típica de engorde que contempla ingresar con un ternero de 180 a 200 kg y agregar unos 150kg a grano, a valores actuales genera un quebranto de más de $3.500 por animal engordado, un negocio totalmente inviable tal como típicamente se ha estructurado.
Es por ello que este año, por las particularidades ya mencionadas, muchos engordadores con disponibilidad de campo, han estado volcando más hacienda a recrías con distintos grados de suplementación a fin de reducir el costo de los primeros kilos incorporados. De acuerdo a los datos de movimientos de terneros publicados por el Ministerio hasta el mes de agosto, solo el 21% de los terneros y terneras que salieron de los campos tuvieron por destino los feedlots -3 puntos menos que el año pasado- mientras que una mayor proporción fue movida a campos de invernada o recrías para seguir sumando kilos antes de la terminación a corral.
Este comportamiento se ve reflejado en el paulatino aumento en pesos de faena, alcanzando en agosto un promedio de 230kg de res a gancho desde los 223kg de los primeros meses del año.
Claro que esta estrategia de ganancia de kilos a pasto tiene un gran condicionante, la situación de los campos. En este punto, la prolongada sequía que vienen sufriendo la gran mayoría de las zonas invernadoras sumado a las sucesivas heladas que han estado ocurriendo -incluso ya en forma tardía-, está dejando a muchos campos sin recursos para transitar los ciclos hasta el final.
Paulatinamente vamos viendo el efecto de la seca, con mayor invernada ofrecida y precios menos firmes. Sucede que ante esta situación y sin mayores perspectivas de recomposición de la oferta hídrica en lo que resta de septiembre y octubre, muchos productores comienzan a aliviar los campos, liberando anticipadamente las recrías. Hoy la prioridad pasa por conservar los vientres asegurando su recuperación previa a los servicios, que ya comienzan complicados. El costo del maíz aumentó, pero también el costo del forraje para suplementar la hacienda hasta tanto se reactiven las lluvias.
Si bien, estacionalmente, no debería sorprender ver en el mercado un mayor nivel de oferta para esta época, lo cierto es que este año se esperaba cierto corrimiento en la curva de salida producto precisamente de la prolongación de las invernadas y del ingreso retrasado a los corrales.
Sin dudas, la preocupación en el corto plazo radica en la capacidad de respuesta del consumo a medida que comience a volcarse esta mayor oferta. Sin embargo, hacia delante, el factor más angustiante es la descapitalización que generan esos procesos cuando, por circunstancias muchas veces ajenas al negocio, el sector termina trabajando a quebranto.
Fuente: RosGan