El calentamiento global ligado al creciente desarrollo de fenómenos meteorológicos extremos, lleva a un cuestionamiento social cada vez más intenso acerca de los principales responsables de estos cambios. Recientemente, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) informó que la década 2010-2019 fue la más calurosa desde que existen los registros, atribuyendo la responsabilidad al cambio climático, ocasionado por las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).
Estos gases, como el dióxido de carbono, el monóxido de carbono, el metano o los óxidos de nitrógeno, reciben este nombre precisamente porque provocan en la tierra el mismo efecto que las paredes de un invernadero. Es decir, impiden la salida del calor y provocan un aumento de temperatura en el interior, provocando el famoso calentamiento global.
Ahora bien, ¿por qué en la opinión pública gran parte de esta responsabilidad es atribuida a la ganadería? Según las estimaciones del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), a escala global el sector ganadero contribuye con el 14% de las emisiones de GEI generadas por actividades humanas.
Nuestro país es parte activa en esta lucha contra el cambio climático. Dentro de la Convención Marco de la ONU sobre Cambio Climático, los países en desarrollo tienen la obligación de presentar cada dos años, sus Inventarios Nacionales de Gases de Efecto Invernadero, conforme a los métodos sugeridos por el IPCC.
De acuerdo al último inventario oficial, correspondiente al bienio 2014, el sector ganadero nacional contribuye en un 20,7% a la generación total de gases de efecto invernadero, en su mayor parte provocados por las emisiones de metano provenientes de la fermentación entérica de bovinos.
En general, existe un acuerdo en el mundo científico acerca de los métodos recomendados por el IPCC para la medición de las emisiones de los distintos países. Sin embargo, aún se encuentra bajo debate el método más apropiado para estimar el secuestro de carbono que generan los bosques, las pasturas y la vegetación en general. Es precisamente esta divergencia la que abre el debate en cuanto a los resultados que aportaría un balance integral de carbono.
El Grupo de Productores del Sur (GPS), entidad de nuclea a un conjunto de especialistas e instituciones de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay ha sido uno de los pioneros en impulsar en el desarrollo de estos conceptos.
En 2019 un grupo de investigadores del CONICET vinculados a GPS (Ernesto Viglizzo, María Florencia Ricard, Miguel Taboada y Gabriel Vázquez Amabile) han publicado un trabajo científico sobre el rol de las tierras de pastoreo en el balance regional de carbono (Reassessing the role of grazing lands in carbonbalance estimations: Meta-analysis and review, 2019).
En el trabajo se reanaliza el balance de carbono en tierras de pastoreo, integrando el secuestro de carbono que realizan las pasturas con las emisiones que genera el ganado bovino, planteando así una medición alternativa al método simplificado del IPCC que siguen las estimaciones de inventarios nacionales. Para estimar el secuestro de carbono, el estudio se enfocó en el almacenamiento de carbono orgánico en suelo, para los cuatro países del MERCOSUR (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay).
Los resultados a los que arribaron muestran que las tierras de pastoreo estarían generando un excedente de carbono, es decir que las emisiones que producen los animales resultan más que compensadas por la secuestro de carbono que generan estas tierras.
De acuerdo este enfoque, Argentina es el país que –en términos relativos- presentaría la mayor tasa de secuestro de carbono en relación a lo que emite la ganadería. Es decir, el país que mostraría el balance de carbono con mayores excedentes en toda la región, secuestrando 12 veces más de lo que emite, comparado con una relación de 3,5 promedio para la región.
Similares mediciones se realizaron para la agricultura anual de cultivos de cosecha y para los cambios de uso de la tierra provocados principalmente por deforestación, resultando ambas mediciones en balances negativos para la región.
Sin embargo, integrando los tres balances, Argentina sigue siendo el país que más logra maximizar esos créditos de carbono favorecida por su sistema de producción mayormente pastoril. Así, en el balance general Argentina tendría una relación secuestro/ emisión de 6,7 mientras que los restantes países se ubican entre 1,1 y 2,1.
El trabajo resulta concluyente. El excedente de carbono que estarían generando un sistema de ganadería pastoril, no sólo puede compensar las emisiones del sector rural en su conjunto sino también, parcial o totalmente, las emisiones de sectores no rurales. Sin embargo, al no medirlo y considerar solo una parte de este flujo de intercambio, lleva a generalizar conclusiones erróneas.
En este sentido, el esfuerzo de la ciencia por cuestionar y exponer métodos alternativos representa un invaluable aporte. De hecho, a mediados del año pasado, el IPCC a través un documento oficial reconoció que “las oportunidades para el secuestro de carbono en pastizales y pasturas pueden ser significativas” mencionando además que el secuestro de carbono relacionado con el manejo de ganado “en pasturas bien gestionadas” podría considerarse “como una práctica de mitigación” de emisión de gases de efecto invernadero. Esta mención sin dudas representa un punto de inflexión clave para nuestra región dada la elevada proporción de ganado criado en pastizales. Este cambio de concepto, de inventario a balance, así como una comunicación más proactiva incluso desde lo privado, ayudaría a conciliar visiones que actualmente se perciben diametralmente opuestas, entre ganaderos y grupos ecologistas.
La Argentina tiene un enorme potencial para mitigar los efectos del cambio climático a través de una ganadería pastoril, concebida bajo un manejo sostenible que proteja la biodiversidad de los ambientes rurales. Trabajar conjuntamente entre sector público y privado, para promulgar este tipo de ganadería y comunicar activamente su impacto real, será clave para revertir estos conceptos erróneos que tan velozmente se han estado instalando en la opinión pública y sin dudas afectan la valoración de la actividad.
Fuente: BCR