Cada cuatro años, la Asociación Internacional de Girasol (ISA) entrega en su Conferencia Internacional de Girasol el Premio Pustovoit, es el más alto honor conferido a personas que trabajan en girasol.
En el mes de mayo, en Turquía, dos investigadores argentinos serán galardonados. Se trata de Amelia Bertero y Carlos Sala, fallecido en 2013. Ambos, investigadores de la empresa Nidera y con un gran aporte al crecimiento del girasol en el mundo.
“Nunca imaginé algo así”, dice Amelia “Baby” Bertero de Romano, una incansable trabajadora con 47 años de trayectoria en mejoramiento de girasol y casi 28 años formando parte del equipo que lleva adelante el Programa de Girasol de Nidera en Baigorrita, provincia de Buenos Aires.
El galardón se denomina Premio Pustovoit y es otorgado por la ISA cada cuatro años, en coincidencia con la Conferencia Internacional de Girasol –este año se realizará del 29 de mayo al 3 de junio en Edirne, Turquía-. En este caso, tanto Amelia Bertero como Carlos Sala fueron candidatos presentados por la Asociación Argentina de Girasol (ASAGIR). Los ganadores son votados por el Comité de la ISA y se otorga a personas, individuos o equipos que han hecho contribuciones científicas o técnicas de reconocimiento mundial.
Los últimos premios fueron entregados por la ISA en la 18va ISC realizada en Mar del Plata, Argentina, en el año 2012. Los recibieron el Dr. MihailChristov, de Bulgaria, el Dr. Juan Domínguez, de España, los Dres. Gerald Seiler y Chao ChienJan, de USA, y André Pouzet, de Francia. Anteriormente, los argentinos Aurelio Luciano y Antonio Hall, habían recibido la distinción en 1988 y 2008, respectivamente.
Dos referentes
Pese a haber intervenido en el desarrollo de más de 100 cultivares de girasol en el mundo y escrito más de 30 artículos científicos, Amelia Bertero expresa con humildad que recibir este premio es una de las cosas más grandes que le pudo haber pasado. “Para mí era algo casi utópico. La gente que lo está recibiendo tiene doctorados y yo soy una ingeniera agrónoma”, dice “Baby”, que el mes que viene cumplirá los 70 y argumenta que la gente joven es la que la ayuda para seguir adelante.
Amelia es egresada de la Universidad de Esperanza, Santa Fe, Argentina, y ha trabajado como investigadora en fitopatología y mejoramiento en el INTA entre 1969 y 1979, luego en Continental a partir de 1980, donde colaboró en el mejoramiento y desarrollo de híbridos extensivamente en Argentina y países limítrofes, determinó una nueva raza de VerticilliumdahliaeKleb para Argentina y participó en estudios de heredabilidad de la capacidad de ajuste osmótico en girasol con colegas de la FAUBA. Desde 1988 trabaja como investigadora en la empresa Nidera, en el Programa que hasta hace 8 años estuvo a cargo de Arnaldo Vázquez. Desde allí ha estudiado los efectos de Sclerotiniasclerotiorum en rendimiento de girasol y desarrolló una nueva metodología para VerticilliumdahliaeKleb. Ha desarrollado líneas resistentes a Plasmoparahalstedii, VerticilliumdahliaeKleb, Sclerotiniasclerotiorum y Pucciniahelianthii que han sido incorporadas a híbridos sembrados por los productores argentinos. Su trabajo ha recibido reconocimiento internacional que se refleja, entre otros, en su actual posición como líder de la FAO en el subgrupo de Verticillium.
El otro destinatario del premio es la memoria de Carlos Sala. “Una persona que amaba el conocimiento, le gustaba muchísimo lo que hacía y era un trabajador incansable”, recuerda Bertero.
Antes de su prematura muerte en 2013, Sala (egresado de la Universidad Nacional de Mar del Plata) trabajó con girasol durante más de 20 años, inicialmente en mejoramiento y luego en biotecnología. Tuvo un gran interés en la investigación que se refleja en 14 artículos en girasol y especies relacionadas, 7 en otras especies y participación en un libro.
Participó en el desarrollo de 10 híbridos a través del mejoramiento convencional y numerosas líneas endogámicas desarrolladas utilizando mutagénesis y selección asistida por marcadores. Muchos de estos productos son ampliamente utilizados en diferentes países productores de girasol. El CL-PLUS se destaca junto a 4 solicitudes de patente en el mundo relacionadas con el girasol, la mayoría de ellos ya concedidas en los Estados Unidos, en países europeos y asiáticos.
La tecnología CL-Plus en girasol fue su primer desarrollo internacional, ampliamente difundido entre empresas e institutos de investigación alrededor del mundo. Esta característica se encuentra disponible en más de 10 híbridos de diferentes programas en todo el mundo. Otras tecnologías de resistencia a herbicida por él desarrolladas están cerca de llegar al mercado de girasol.
Una mujer que inspira
“En lo profesional, lo que más me marcó siempre es el trabajo en sanidad –dice Baby-. Después, haber escrito “El origen de las poblaciones en Argentina” junto a Arnaldo Vázquez”, su jefe, compañero y mentor durante tantos años.
Amelia es, ante todo, una mujer agradecida. Pide varias veces que recordemos a quienes la guiaron en sus primeros años de profesión, como Mauricio Dabreau, Omar Bruniy Arnaldo Vázquez. Pero ante todo, “a mi esposo – insiste-, sin el cual no hubiese podido llevar adelante la profesión y una familia con tres hijos”. Una de ellas, hoy, es la breeder que la acompaña como parte del equipo de mejoramiento de girasol de Nidera.
Hace 28 años que “Baby” es parte del Programa de Mejoramiento en Baigorrita, partido de General Viamonte, provincia de Buenos Aires. Hace 8 años que está a cargo del equipo, luego de que Arnaldo Vázquez efectivizó su retiro como líder del Programa. El objetivo de su trabajo es conseguir combinaciones dentro de un germoplasma de girasol para que dé rendimiento y éste sea a su vez estable en el tiempo. Eso se consigue a través de resistencias a enfermedades y a problemas ambientales.
Amelia nació en Santa Fe y estudió en Esperanza. Luego vivió en Pergamino y desde hace 37 años vive en Junín junto a su familia. Cada mañana recorre los 25 kilómetros que la separan de la Experimental de Nidera, adonde llega a las 8 de la mañana para comenzar a trabajar con un equipo de 24 personas del que se enorgullece. En verano, el 90% del tiempo está en el campo. A veces, visitando los ensayos que la compañía tiene distribuidos por todo el país. Habitualmente hace un par de viajes a Europa y uno a Estados Unidos durante el año.
Bertero trabaja para Argentina pero también para el resto del mundo. Aunque en materia sanitaria, en Europa y Estados Unidos los problemas difieren, la investigadora asegura que “estamos compitiendo perfectamente con las empresas establecidas en el hemisferio norte”.
El trabajo de Bertero se realiza en un 75% a campo y el resto en laboratorio. Aunque la base está en Baigorrita, el equipo tiene ensayos en 24 localidades girasoleras de la Argentina, de norte a sur. En Formosa, por ejemplo, trabajan en contraestación para hacer dos generaciones de material de cría al año. En Europa, en tanto, hay otras 30 estaciones entre las de Nidera y las pertenecientes a las 23 empresas licenciatarias con las que trabajan.
A campo se evalúan los materiales y en laboratorio la inoculación artificial para evaluar resistencias. También se evalúan los materiales en cuanto a sus porcentajes de aceite y calidades específicas.
Desde que se empieza con una población original hasta que se consigue el híbrido pueden pasar entre 6 y 9 años. En este momento, en el campo de Baigorrita tienen alrededor de 9000 materiales. Algunos son más nuevos y otros están más estabilizados, son los que luego se usan para los híbridos. Algunos híbridos presentes en el mercado ya llevan casi 20 años. “Esos son girasoles difíciles de reemplazar”, explica.
Todo por el girasol
“De trabajar en girasol, lo que más me gusta es la calidad humana”, dice “Baby”. “Y te hablo a nivel mundial. No sé si será porque se trata de un cultivo de países con suelos pobres o porque es un poco la cenicienta de los cultivos, pero la gente es muy humilde y compañera. Soy una enamorada de lo que hago”, destaca.
Por estos días, Bertero está trabajando en la resistencia a una planta parásita que es un gran problema en Europa del Este, donde se siembra la superficie girasolera más grande del mundo. Se llama Orobanche. “Tenemos la resistencia y los híbridos resistentes pero no nos podemos estancar porque es una planta que va produciendo nuevos bióticos constantemente entonces hay que seguir trabajando y buscando distintas formas de resistencia”, comenta y amplía: “También trabajamos en Phomopsis, que con las lluvias ha comenzado a verse en la Argentina. Ese es un nuevo desafío”.
En lo que hace a resistencia trabaja en Air, el nuevo gen de resistencia a ambas familias de herbicidas que“esperamos que en un par de años salga al mercado”, dice.
“Tengo 47 años en el cultivo de girasol y lo vi pasar de 600.000 hectáreas a 4 millones. Después bajó a 3 millones, luego a 1.5. Yo creo que si en Argentina logramos entre 2 y 2,5 millones de hectáreas, estamos en una ubicación perfecta. Con esa producción estarían bien los productores, las empresas y las industrias”, enfatiza Bertero al finalizar la entrevista, no sin antes recalcar que no olvidemos decir que agradece a su familia y a Nidera, que le dio la libertad para trabajar en investigación básica.