Frente al cambio radical del estado de cultivos ante las intensas lluvias de la última semana, se hace imprescindible frenar y barajar de nuevo. Para poder delinear cursos de acción posibles en lo que respecta al clima a mediano plazo debe en primer lugar comprenderse el estado de situación de la que se parte.
Sucede que en estos últimos días de diciembre la condición hídrica de 16 millones de hectáreas de soja y maíz repartidas entre las provincias de Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos y Buenos Aires, las más productivas de Argentina viró de falta de agua a reservas suficientes. Este cambio permite alzar las copas del 31 con renovadas expectativas para la cosecha gruesa 2016/17.
Desde principios de noviembre, las precipitaciones sobre el área central de Argentina acentuaban un comportamiento errático y heterogéneo. El escenario que se fue desarrollando en estos meses era claro, la sequía acechaba a la campaña con rindes menores.
La falta de agua se fue imponiendo, aletargando el desarrollo de los cultivos e imposibilitando la culminación de las siembras tardías. El único indicador capaz de anticipar el comportamiento de las lluvias en Sudamérica, para peor, jugaba en contra: sucede que el enfriamiento del Pacífico ecuatorial, a pesar de no ser una Niña declarada, mostraba una dinámica lo suficientemente activa para bloquear el ingreso de humedad hacia el centro del país. Hasta hace unos días se marchaba hacia el mes de enero, que es junto a febrero el período más exigente de los cultivos, con un retroceso muy negativo en el balance hídrico de los suelos.
Puede comprenderse por tanto la vital importancia que tienen las lluvias ocurridas los últimos días para la zona núcleo. Frente a un panorama global que apunta a que los pulsos de calor continuarán afectando la región entrando plenamente en acción los próximos días, la recarga de humedad significó un inesperado bono de fin de año no sólo por el milimetraje inédito sino también por la amplia extensión que cubrieron.
En adelante, la recarga de humedad tendrá el beneficio adicional de interactuar en la dinámica del suelo con la atmósfera. Eso significa que cuando los próximos frentes avancen sobre el centro del país, de seguro encontrarán la humedad necesaria para interactuar y proveer lluvias en un momento donde esto no suele ser lo más común.
En resumen, el final de este año es difícil pero esperanzador. La región pampeana comienza el 2017 con las reservas de agua en el suelo reacondicionadas, en un momento clave que define la producción del cultivo de maíz y que permiten no perder las esperanzas para la campaña gruesa que se viene.
Fuente: BCR
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