En años electorales presidenciales, como fue 2015, históricamente el productor apreta el freno, y tiene como resguardo de valor no vender nada, o lo mínimo posible.
Así ocurrió en 2015 por ejemplo, cuando se avizoraba un cambio de modelo. Este año, con elecciones presidenciales, se buscará consolidar ese modelo, pero la situación económica financiera del país es mucho peor que en 2015. “Con esto, al productor se le encienden muchas alarmas, la inflación, el dólar, la tasa de interés; tiene miedo y ante el temor, no vende, que es lo que justamente pretende el gobierno”, explicó el consultor Pablo Adreani.
Para este experto, en abril/mayo y mitad de junio, va a ingresar un volumen interesante de soja, porque es el pico de la cosecha y el productor vende para pagar insumos y deudas.
“Pero de Junio en adelante, tendremos un desierto hasta el mismo dia de la elección, habrá caída de ingresos y podría verse afectada la estabilidad del dólar”, pronosticó Adreani.
Apuntó asimismo que, de soja, el productor vendió solamente 2 millones de toneladas, de una cosecha de 54 millones de toneladas. Y vaticinó que “acá se viene una baja en el precio de la soja que tiene que ver con la sobre oferta y la falta de competidores en la industria aceitera, por haber sacado ese diferencial arancelario a favor de la producción de aceite”.
“El sistema actual castiga al valor agregado, deja fuera de competencia al sector aceitero del mercado mundial y hasta del propio mercado interno de Argentina, al no poder competir con los exportadores de soja grano. Para poder competir la industria debe pagar menos al productor; al pagar menos, el productor se resiste más a vender; al no haber una demanda genuina por parte del sector aceitero, habrá una sobreoferta de soja al momento de la cosecha que provocará el colapso en el precio de la oleaginosa. Se perjudica el productor con el menor precio y el Gobierno por impactar en el menor ingreso de divisas, un círculo vicioso”, concluyó el experto.