Luego de las alarmantes caídas que experimentó el mercado internacional del cereal en los últimos dos meses, uno de los mayores interrogantes que se plantea en nuestro país es respecto de su evolución futura. Al margen de que se transita por el período de recolección de los maíces tardíos y resta aún una enorme superficie por trillar y vender, el productor debe decidir en las próximas semanas sobre las siembras tempranas para la campaña 2014/15. Por el momento, los primeros relevamientos advierten que la demanda de insumos es débil y cuesta negociar los contratos de alquiler.
Hasta mediados de julio se ha comercializado poco más de la mitad del cereal de la presente campaña, quedando un gran remanente que sufrió el impacto de las bajas recientes. Los precios no lucen atractivos para propiciar un despegue del flujo comercial, mientras que los valores para la entrega diferida distan de generar entusiasmo para la siembra. Con los u$s 140/ton que circulan como idea para el mes de abril de 2015, los productores relativamente cercanos a las zonas portuarias necesitan obtener rindes de 80 qq/ha en campo propio y cerca de 100 qq/ha con arrendamiento para cubrir los costos directos de la explotación y posterior comercialización.
La tendencia externa responde principalmente a las excelentes perspectivas productivas en Estados Unidos, país que representa más de un tercio de la oferta global. Si bien el área sembrada perdió 1,5 millones de hectáreas frente al último año, la condición de los cultivos en pleno período de polinización es la mejor de las últimas 20 campañas, puesto que el clima no parece imponer el rigor de otros años. De hecho, a lo largo de esta semana las temperaturas se mantuvieron bien por debajo de su media usual en las principales regiones productoras. Si bien el USDA ajustó a la baja su proyección de cosecha hasta 352 millones de toneladas, firmas privadas como Thomson Reuters Lanworth anticipan una producción cercana a 370 millones de toneladas, con rindes récord.
En otros grandes productores y consumidores del hemisferio norte también se destaca un panorama de oferta alentador, con perspectivas de repetir o mejorar levemente la buena campaña del año pasado. Una posible excepción es Ucrania, nación sumergida en conflictos económicos y políticos que recrudecieron durante esta semana, aunque hasta el momento con limitadas implicancias sobre la producción y exportación de granos.
Por el lado de la demanda, se avizora una caída cercana al 10% en el comercio esperado para el ciclo 2014/15, en el marco de una abundante disponibilidad de granos forrajeros. Distintas estimaciones apuntan a que China dispondrá de entre el 40 y 50% del inventario mundial de maíz al cierre de esta campaña, limitando su presión compradora sobre el cereal y derivados como los residuos secos de destilería (DDGS, por sus siglas en inglés). En cambio, otros países asiáticos de demanda más inelástica y con menor producción mantendrían sin cambios el ritmo de compras de los últimos años.
Entre los factores de sostenimiento del precio se destaca la retracción de la oferta en Sudamérica, región que debería proveer cerca de un tercio del saldo exportable global. La reciente caída del mercado supone un fuerte deterioro de la rentabilidad para los productores de Brasil y Argentina, que trabajan con elevados costos por la incidencia del transporte, la renta de la tierra y las cargas fiscales. Si bien con perspectiva de largo plazo la necesidad de mantener la competitividad obliga a “eficientizar” el proceso productivo y el sistema comercial, a corto plazo estos factores pueden imponerle un piso al mercado por debajo del cual la oferta no aparece. En otras palabras, si los precios caen demasiado no existirán los incentivos en la región para colocar en los mercados mundiales el volumen que se prevé en la hoja de balance mundial del Departamento de Agricultura norteamericano.
El caso argentino es ilustrativo al respecto. El Ministerio de Agricultura proyectó en su informe mensual de esta semana que las ventas externas de maíz del ciclo 2013/14 totalizarán 19 millones de toneladas, cifra superior al récord logrado en la campaña pasada. Sin embargo, entre marzo y junio -el primer tercio de la campaña- el volumen embarcado resultó apenas superior a cinco millones de toneladas, frente a 11 millones en el mismo período de 2012/13. Para cumplir la proyección se requiere que las terminales despachen un promedio de 2 millones de toneladas por mes desde julio en adelante, cifra que no luce alcanzable en función de las posibilidades de originación que tienen los exportadores locales a los precios FAS actuales y la disponibilidad de oferta que lograrán nuestros competidores en los próximos meses.
Hasta el momento el sector exportador acumula compras por 11 millones de toneladas, volumen similar al obtenido de ROE Verde. En la última semana el mercado recuperó algo de fluidez y se conocieron nuevas emisiones, pero predomina la incertidumbre de cara a los tramos finales de la campaña. Si el mercado internacional acelera su marcha bajista, la capacidad teórica de pago de la exportación caería hasta niveles que limitarían aún más el incentivo para volcar al circuito comercial el cereal que permanece en etapa primaria.
Fuente: Guillermo Rossi – BCR