Dadas estas circunstancias ¿qué es lo que podemos esperar? Pues, también más de lo mismo: centros urbanos inundados (una de las previsiones más recalcadas por los climatólogos y que más les preocupa de acuerdo a los niveles de precipitaciones esperadas), caminos anegados e inconvenientes para transitar, problemas sanitarios y de calidad a cosecha de los cultivos agrícolas, dificultad para la recolección y transporte de los granos del lote al acopio.
Lamentablemente los caprichos de El Niño no podremos torcerlos porque en el clima no podemos ejercer acciones directas a corto ni mediano plazo, pero sí podemos tomar medidas preventivas respecto a las consecuencias de sus efectos sobre la vida y actividad humana. Desde el cotidiano, el esfuerzo personal debe estar puesto en la responsabilidad social aplicada al colectivo y no al individualismo. Desde cuidar de mantener limpias las calles y bocas de tormenta para evitar anegamientos urbanos, hasta no realizar obras para eliminar el excedente de agua sin contemplar el resultado sobre otros, en el medio son numerosas las acciones con las que podemos contribuir a no padecer como catástrofes excesos climáticos temporarios.
Desde lo productivo recordar que aumentar la variabilidad de cultivares y fechas de siembra amplían la ventana de producción, permitiendo no sólo escapar a las condiciones desfavorables distribuyendo los “daños”, si no también programar la cosecha. Así ni todo el lote será afectado de igual forma por la sequía, ni todo estará largo tiempo esperando para ser cosechado por falta de piso. La planificación es la mejor aliada, especialmente en circunstancias como las que se prevén para los próximos meses, de manera de adelantarnos con medidas mitigadoras y de escape. (Fuente: Inta)