Se presentó un estudio que pone en evidencia el papel clave que jugarán la labranza cero, la protección de los cultivos y el mejoramiento vegetal, entre otras tecnologías, en la sustentabilidad de la agricultura y la seguridad alimentaria.
Bajo el lema “Más y mejores alimentos: ¿podremos lograrlo sin tecnologías?” y con la presencia del especialista Nicola Cenacchi, ASA, CASAFE y ArgenBio presentaron los resultados del estudio “Seguridad alimentaria en un mundo con una creciente escasez de recursos naturales: el rol de las tecnologías agrícolas”, publicado recientemente por el Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias (IFPRI). Ante los desafíos que plantean el cambio climático y la creciente escasez de recursos, el principal hallazgo del estudio fue haber identificado qué tecnologías se necesitarán en cada región para mejorar los rendimientos en los cultivos de trigo, maíz y arroz, para 2050, y bajo escenarios de cambio climático. Más allá de la productividad, el estudio consideró también el impacto de las tecnologías en la producción y el precio de los commodities, así como otras variables relacionadas con la seguridad alimentaria.
En la ponencia, Cenacchi sostuvo que el mundo, y en especial la agricultura, enfrenta serios desafíos para satisfacer las necesidades básicas de una población que crece y demanda más y mejores alimentos. Se calcula, por ejemplo, que para el 2050 será necesario duplicar la producción de cereales, pero sin usar más recursos que los que usamos actualmente. A estas dificultades se sumará el cambio climático, con nuevos escenarios a los que la agricultura deberá adaptarse.
“Las tecnologías son de vital importancia para que podamos responder a estos desafíos. Dependiendo del lugar, del cultivo y del escenario climático, algunas serán más importantes que otras, pero sin duda las necesitaremos. En el escenario de cambio climático de mayores temperaturas y más precipitaciones, serán fundamentales las tecnologías relacionadas con la conservación del suelo (como la siembra directa y la fertilización), el mejoramiento de las semillas (para la tolerancia al calor y para un mejor uso del nitrógeno) y los productos fitosanitarios”, explicó Cenacchi. “A pesar del papel crucial que jugarán las tecnologías, sabemos que también se necesitarán políticas para lograr la seguridad alimentaria, y probablemente deberá haber un cambio cultural en el consumo para evitar alimentos que hagan un uso intensivo de los recursos”, agregó. Destacó también: “Como investigadores creemos que el desafío es satisfacer las demandas, y para eso debemos considerar todas las soluciones posibles”. Con respecto al uso de las tecnologías, señaló también que para eso “hay leyes y normas que deben garantizar su manejo responsable”.
Como mensaje final, Cenacchi concluyó: “encontramos un impacto positivo muy fuerte para un buen número de las tecnologías analizadas. Pero lograr que todos los agricultores las adopten no es fácil. Sin embargo, debemos actuar y hacerlo ya, porque el costo de no hacerlo podría ser dramático para la seguridad alimentaria y el futuro de nuestro planeta”.