En los últimos tiempos, las mejoras tecnológicas contribuyeron a la puesta en marcha de nuevos proyectos renovables. La energía solar fotovoltaica y la eólica fueron las que se vieron más beneficiadas por una baja de costos que permitió obtener una mayor capacidad ‘verde’ pagando menos.
De esta forma, las inversiones destinadas a financiar instalaciones renovables duplicó la que se destinó a las de combustibles fósiles. El gobierno argentino, a traves de su ministerio de agroindustria, dispuso de lineas de creditos muy ventajosas para el desarrollo de las mismas.
De hecho, en 2016 se invirtió menos en instalaciones de este tipo en todo el mundo que en 2015 (un total de 227.575 millones de euros, lo que supone un descenso del 23%) y, sin embargo, se sumó más potencia renovable que cualquier otro año previo de los que se tienen registros (138,5 GW, un 9% más que en 2015), según los datos de un informe elaborado por la ONU, la Frankfurt School of Finance & Management y Bloomberg.
Otro estudio, también firmado por la ONU, confirma que esta ‘positiva’ tendencia a la baja de los precios de las energías limpias se mantendrá durante los próximos años y que, en apenas una década, resultará más barato apostar por ellas que por cualquier otro tipo de fuente en todo el mundo.
Enormes diferencias
Esto no implica que la ‘fiebre verde’ contagie a todo el planeta. En el informe se señala que lo más probable es que los mercados emergentes -como India o la mayoría de los países de África- , estén tan centrados en crecer económicamente que sólo tengan como meta abastecer toda su demanda energética lo más rápido posible, sin pararse a pensar dos veces si lo hacen o no con renovables o si sus elecciones en este campo tendrán una repercusión negativa en el medio ambiente.
La ONU también considera que habrá bastantes diferencias entre Europa y Australia, volcadas completamente con las fuentes ‘limpias’, y EEUU y Japón, más “reticentes”.
En el caso del país nipón, el problema principal es el espacio, ya que cuenta con poca superficie para instalar plantas eólicas o solares y, mucho menos, para albergar las voluminosas centrales hidroeléctricas. Además, señala el estudio, es poco probable que la “tradicional” industria eléctrica japonesa se decida a apoyar un viraje ‘verde’ de buenas a primeras.
EE.UU. también sufre este último problema, potenciado, a día de hoy, por la ideología del partido que ostenta el poder -recordemos que el presidente Donald Trump que, incluso, negó el cambio climático, emprendió una particular cruzada anti-renovable-.
Por su parte, China , aunque vive una situación parecida a la de India en cuanto a su creciente economía y a su gran población en constante aumento, decidió marcar la diferencia, apostar por una red energética más ‘limpia’ y alejarse, en la medida de lo posible, de los combustibles fósiles. (El Cronista)