“Está demostrado científicamente que las plantas son objetos que mejoran la calidad de vida de las personas con las que conviven”, aseguró Daniel Morisigue –director del Instituto de Floricultura del INTA Castelar–. En línea con esta premisa, hoy marcan tendencia los techos verdes, los jardines verticales y hasta los cuadros vivos en las ciudades que promueven la resiliencia. El aporte del INTA con nuevas variedades adaptadas.
La urbanización creciente demanda una conciliación y, en consecuencia, surge la necesidad de incorporar a la naturaleza a su desarrollo. “Este cambio de concepto genera nuevos nichos de consumo relacionados con el uso de la flor y de la planta, como los techos verdes, los jardines verticales y hasta los cuadros vivos”, detalló Morisigue.
“Esto, a su vez, –indicó– impulsa un mercado de producción en manos de 20 mil personas a lo largo de toda la cadena, en su mayoría, productores familiares”.
De acuerdo con Gabriela Facciuto –especialista del Instituto de Floricultura del INTA Castelar–, destacó el rol de los sistemas verticales tales como cortinas verdes o jardines verticales por sus numerosas ventajas: “Permiten atenuar la radiación estival, enfrían el ambiente por evapotranspiración –por lo que disminuye la necesidad de una refrigeración artificial–, mitigan el efecto de isla de calor y disminuyen la acción de los vientos”.
En este sentido, se refirió a las plantas nativas con potencial para este tipo de emprendimientos de composición paisajística y arquitectónica: “Para las cortinas verdes se pueden utilizar plantas tradicionales trepadoras. En INTA estamos probando algunos híbridos de Passiflora obtenido en nuestro grupo de trabajo”.
En cambio, para los jardines verticales se pueden implementar con helechos nativos tales como Phlebodium areolatum, Microgramma squamulosa, Campyloneurum nitidum, y Niphidium crassifolium, entre otros. “Estos helechos tienen la particularidad de ser epífitos, por lo que los requerimientos hídricos y nutricionales son mucho menores a los que se cultivan”, explicó la técnica.
Para su cuidado, Facciuto recomendó tener en cuenta que prefieren agua de lluvia, que crecen en sustratos compuestos por corteza, hoja de pino y turba con un pH ácido y necesitan una luz tamizada. Demandan lugares húmedos y de poco viento.
Por su parte, existen los techos verdes. Se trata de espacios donde la cubierta vegetal es plantada sobre un sustrato de poca profundidad que pueden ser sistemas intensivos o extensivos. Los primeros son accesibles conformados por una amplia variabilidad de especies que, en su mayoría, requieren riego y alto mantenimiento.
En contrapartida, están los sistemas extensivos que son livianos, no son accesibles y presentan un bajo mantenimiento sin suministro de riego, con condiciones más hostiles que acotan la diversidad de especies.
De acuerdo con la especialista, “si bien el único género apto para estos ecosistemas es el Sedum, existen algunas especies nativas estudiadas en el Instituto de Floricultura que podrían ser adecuadas para este uso”.
Entre estas, se destacan Gomphrena celosioides, Phyla canescens, Senecio ceratophylloides, Grahamia bracteata, Portulaca grandiflora, Portulaca gilliesii, Sedum mexicanum, Sedum acre, Sedum álbum, Sedum kamtschaticum y Sedum rupestre (S. reflexum). (Fuente: Inta)