Nueva resistencia en soja

Septoria glycines, o mancha marrón, es una enfermedad de fin de ciclo (EFC) de soja con alta prevalencia en Argentina que puede afectar severamente los rendimientos.

Durante la campaña 23/24 se encontró presente en el 89% de los departamentos mapeados por la REM. El 35% de los productores encuestados la mencionó como la principal enfermedad en soja, siendo el control químico la práctica más común para su manejo.

Recientemente, los especialistas de la Cátedra de Fitopatología de la FAUBA Francisco Sautua, Cecilica Perez Pizá y Marcelo Carmona confirmaron, por primera vez en Argentina, una mutación en una cepa de este patógeno que le confiere resistencia absoluta a todas las estrobirulinas existentes en el mercado.

El hallazgo volvió a poner el acento en la necesidad de seguir de cerca al patógeno e implementar estrategias de manejo preventivas.

Sobre la enfermedad

Septoria glycines es una enfermedad de fin de ciclo (EFC), ya que si bien puede manifestarse durante todo el ciclo del cultivo, se generaliza en los estadios reproductivos intermedios o avanzados (R5-6).

Se manifiesta principalmente en hojas como manchas de color marrón, irregulares y pequeñas, que luego se unen cubriendo grandes áreas de la hoja. Comienza en estratos inferiores pudiendo causar una importante defoliación.

Las condiciones predisponentes para la enfermedad son temperaturas medias diarias mayores a 21ºC y alta humedad ambiental. Las precipitaciones intensas favorecen el salpicado y la dispersión del hongo, que sobrevive en los rastrojos, además de hacerlo en las semillas.

Manejo anti-resistencia

Según relevamientos de la REM a productores socios de Aapresid, los activos más usados por los productores para control de enfermedades en soja son la mezcla de triazoles y estrobilurinas, ubicándose las carboxamidas por detrás de estos dos grupos de fungicidas.

El uso de estrobilurinas se ha mantenido durante varios años ejerciendo una alta presión de selección de resistencia, agravado esto por el hecho de que, dada su composición y mecanismos de acción, este grupo de fungicidas presenta altos riesgos de resistencia.

En este contexto, desde la REM advierten que, si bien se trata de una enfermedad de fin de ciclo, es fundamental aplicar estrategias anti-resistencia desde el inicio de la campaña, de manera de retrasar lo máximo posible el desarrollo de subpoblaciones de patógenos resistentes.

Entre las prácticas recomendadas se encuentran el tratamiento eficiente de semilla, el uso de genotipos tolerantes, la rotación de cultivos – teniendo en cuenta que el patógeno sobrevive en los rastrojos de soja), el ajuste del arreglo espacial (achicar espacios entre surcos evita que las lluvias impactan en el rastrojo infectado y salpiquen las hojas del cultivo).

En etapas avanzadas del cultivo, y llegado el caso de requerirse tratamientos químicos, el uso de dosis recomendada por marbete, la mezcla y rotación de activos, el uso de activos multisitios, inductores de defensa, así como de criterios científicos para decidir la aplicación y el monitoreo pre y post aplicación para detectar fallas de control son otras estrategias de manejo integrado.

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