El ingeniero agrónomo del INTA Castelar, Ramiro Cid, especialista en tecnologías de aplicación de agroquímicos, brindó una charla en el marco de AgroActiva, sobre las cuestiones que se tienen que tener en cuenta para realizar fumigaciones terrestres y aéreas en campos cercanos a la población.
“En la charla pretendíamos mostrar cuales son todos los aspectos que están incluídos dentro del conflicto de las aplicaciones periurbanas. Desde los aspectos legales, los aspectos técnicos, los aspectos toxicológicos, las zonas buffer que se fijan. Cuales son los criterios que se tienen en cuenta y cuales son las soluciones”, explicó el investigador.
En la conferencia en el sector de Aeroaplica, el especialista del INTA Castelar destacó que brindó “abundante información técnica de lo que son mediciones en ensayo sobre distancias de deriva. Para que se sepa de que distancias estamos hablando. No hay ensayos que hablen de aplicaciones terrestres de distancias mayores a 40 o 50 metros y no hay ensayos de aplicaciones aéreas que establezcan distancias mayores a 150 o 160 metros. Eso depende mucho del viento porque son distancias establecidas en los momentos en que el viento genera la deriva hacia la zona sensible ya que si va para el otro lado: no hay ningún tipo de riesgo. En ese último caso la distancia es cero y no hay ningún tipo de problemas en la aplicación de los agroquímicos”.
La exposición de Cid incluyó ejemplos de aplicaciones en otros países, donde “se hacen al borde de las viviendas y sin ningún tipo de inconvenientes. Lo que si hay que cumplir con las leyes, con las capacitaciones y las máquinas tienen que estar en buen estado y hay un control de la sociedad en general. Si estos dispositivos no se ponen en marcha es cuando comienzan los conflictos”.
La diferencia entre las aplicaciones terrestres y aéreas tienen diferencias porque “es u poco más riesgoso por avión ya que el botalón, el punto desde se hacen las aplicaciones es más alto. En los dos casos cuando el viento se aleja de la población el riesgo es cero”.
La solución a la problemática que generan las aplicaciones agrícolas sería para el investigador que “se establezcan zonas buffer un poco mayores a las distancias establecidas por los estudios y a medida que vayamos evolucionando en los controles de aplicaciones, capacitaciones hasta llegar a los niveles de Europa donde es cero”.