No hay certeza científica para atacar la actividad

“Tenemos todo para poder producir y controlar completamente la calidad del proceso de un alimento, incluso, con una fábrica de aviones en el centro del país. ¿Quién va a querer tirar producto fuera del cultivo al cual se dirige?. Hoy tenemos un monitoreo de lo que va a arrojando el avión en tiempo real. Podemos controlar la distancia de acuerdo al viento, condiciones de temperatura y humedad. Un piloto al mando de un avión tiene una formación y una preparación de más de 5 años, no cualquiera lo vuela”, indicó Orlando Martinez, Vicepresidente de la Federación Argentina de fumigadores aéreos.

El dirigente destacó en dialogo con Radio Colonia que “Brasil, Uruguay, Paraguay, Argentina y Bolivia estamos con la misma presión sobre la actividad, aunque no hay ninguna certeza científica para atacarla. Siempre nos decepciona la falta de interés por escucharnos. Tenemos aproximadamente 600 empresas agro-aéreas en todo el territorio productivo del país, desde Mendoza hasta Jujuy por la cordillera, Corrientes, Formosa, Chaco, Santiago del Estero y hasta el Río Limay”.

Martínez comentó además que “el tema nace a través de un juicio que se hizo en Córdoba, que trascendió a otras provincias, con fotos que llevaron algunas ONGs y que presentan el tema como el mal de todos los males. La deriva en un avión nunca excede los 100 metros, y a su vez recomendamos cuando nos consultan 200 metros para que haya un 100% de seguridad”. “Pero igual se creó un ambiente muy hostil, por lo que estamos esperando alguna visión política que tenga a la Argentina como desarrollo de la producción agropecuaria y que en esa estrategia esté la aviación agrícola”, dijo al programa “Siempre que llovió, paro”.

Para finalizar Martínez afirmó que “nos solidarizamos y ponemos la aviación agrícola a disposición de todos los intendentes si los aviones sirven para ayudar en esta contingencia que está viviendo Buenos Aires”. Entre los beneficios del uso de este método aseguró que “entra cuando ningún tipo de vehículo puede entrar (en un cultivo), se usa menos producto, usa menos agua y la concentración del producto tiene más acción activa sobre cualquiera de las enfermedades que tenga el cultivo a tratar, la velocidad de trabajo, y el avión nunca toca el cultivo, por lo que no traslada de un potrero a otro ningún inconveniente”, finalizó para Radio Colonia.

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