Las limitaciones que presentaron los sistemas productivos en la última década, llevó a que los mismos se manejaran exclusivamente con un criterio productivista y económico sin considerar las desventajas e inconvenientes que estos esquemas provocaban. Sin embargo, el desarrollo de una agricultura b industrializadab donde la búsqueda de rentabilidad eclipsó el mantenimiento y la conservación de los recursos naturales involucrados en esta actividad, provocó un deterioro de la calidad del suelo y de su capacidad productiva, acentuándose procesos erosivos y balances negativos de carbono y nitrógeno.
El vuelco que se vivió hacia esquemas predominantemente agrícolas, redujo la presencia de pasturas mejoradoras de las propiedades del suelo, agravado por el predominio de cultivos oleaginosos (especialmente soja) por varios años, el menor empleo de fertilizantes (que implicó una baja reposición de nutrientes), la repetición de principios activos en la aplicación de herbicidas (provocando la aparición de resistencia de las malezas). Estas cuestiones nos plantean actualmente fuertes interrogantes sobre la evolución de la estabilidad de los sistemas agropecuarios de nuestra región.
La tercerización de la producción agrícola y el arrendamiento de tierras por plazos cortos, ha sido uno de los grandes condicionantes de la rotación de cultivos.
La incorporación de la siembra directa con el no laboreo del suelo y la acumulación de rastrojos en superficie, ha cumplido un rol importantísimo en el mantenimiento de las propiedades edáficas. Sin embargo, por sí sola esta técnica no resultó suficiente para lograr una agricultura sustentable y menos aún con la implementación de rotaciones donde predominaron cultivos que aportaron escaso volumen de rastrojos y balance negativo de la materia orgánica (MO) del suelo como la soja.
Es el momento para proyectar a mediano y largo plazo y hallar alternativas sustentables en el aspecto tecnológico-productivo. En este sentido, una tecnología de procesos de bajo costo y fuerte impacto como es la rotación de cultivos con diferentes especies (gramíneas que proveen fertilidad física y leguminosas que aportan nitrógeno), debe ser tenida en cuenta como una herramienta de suma utilidad para mejorar la situación actual de muchos lotes.
Recuperar la diversificación en las secuencias
La alternancia planificada de diferentes cultivos es una práctica comprobada para mantener la diversificación del sistema. Al mismo tiempo permite un mejor aprovechamiento de los recursos suelo y agua mediante la capacidad diferencial que tienen las especies de explorar el suelo mejorando las propiedades físicas y químicas del mismo, estableciendo un mejor balance hídrico para los cultivos. Los rastrojos y raíces de distintas especies contribuyen a equilibrar y enriquecer el aporte hacia las sustancias húmicas precursoras de la materia orgánica del suelo. En siembra directa, a las ventajas descriptas anteriormente, debe agregarse un mayor nivel de cobertura con lo que se logra mejor control de la erosión y disminución de la evaporación.
Otras ventajas de la rotación de cultivos son:
• Cortar el ciclo de malezas, plagas y enfermedades.
• Disminuir los riesgos climáticos y de mercado.
• Distribuir equilibradamente ingresos y egresos de la empresa.
• Eficientizar la utilización de los recursos humanos.
• Mejorar el aprovechamiento de maquinaria e instalaciones.
Es necesario que seleccionemos rotaciones que se ajusten a la oferta ambiental, y una vez definidas, debemos adaptar la tecnología y establecer estrategias ajustadas a ese ambiente.
Autores: Ing Horacio Forján – Ing Lucrecia Manso.