En momentos en los que se está cuantificando la afectación económica en el sector agrícola como consecuencia de las heladas producidas en este primer tramo de la primavera, fenómeno que podría estirarse estadísticamente hasta mediados de este mes, una situación mucho más estructural, como es el cambio climático global, también empieza a mostrar su impacto en este sector productivo provincial.
Así lo indican algunos especialistas, como José Pozzoli, responsable de la Agencia de Cambio Climático de la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Provincia, y Martín Cavagnaro, investigador sobre este tema en la Dirección de Agricultura y Contingencias Climáticas del Ministerio de Agricultura y Producción, para quienes la afectación en la oferta hídrica es uno de los puntos más preocupantes para el futuro de la agricultura.
“El proceso de cambio climático o cambio ambiental global nos está trayendo algunas consecuencias que se han podido medir de manera incipiente. Pero, analizando un poco el proceso, nos encontramos con mayores temperaturas, sobre todo en la zona cordillerana, lo que produce una retracción de glaciares, y, además, hay menos nieve, es decir, la oferta hídrica se ha afectado y tenemos menos agua. Esto es lo primero que hemos podido establecer, y también se ha notado un incremento de lluvias en la zona de la cordillera, siempre teniendo en cuenta que los procesos climáticos son muy largos y los estudios específicos se han comenzado a hacer 50 años atrás, por lo que no podemos saber si son grandes ciclos o cambios reales. Pero, lo que sí sabemos es que son cambios que van a permanecer durante mucho tiempo”, indicó Pozzoli.
“Las zonas urbanas, lo que hacen es contribuir al problema. En ámbitos como puede ser el de la salud hay una afectación en la población de las urbes como consecuencia del aumento de la contaminación, por ejemplo, mayores enfermedades respiratorias. Pero, si lo planteamos en términos generales, el que tiene más problemas como consecuencia del cambio climático es el sector productivo. Es decir, los problemas de menor oferta hídrica, las heladas a destiempo o lluvias con regímenes irregulares, todo esto lo sufren esos sectores. El impacto se empieza a sentir en el sector agrícola, pese a que la colaboración al problema desde las áreas urbanas es mucho más grande. Y aparte, tenemos el inconveniente de que la adaptación en estas comunidades periurbanas es mucho más difícil”, indicó.
“Sobre el aumento de temperaturas, lo determinante es lo hídrico, y en este sentido estamos mejorando el sistema de información con el Ianigla e Irrigación, que nos pueden aportar datos del sistema nivometereológico en alta montaña, teniendo información en tiempo real, lo que en el largo plazo nos dará un panorama prospectivo que nos posibilitará tomar mejores decisiones”, precisó.
Luego, Pozzoli indicó: “Por otro lado, están las políticas de adaptación en el sector irrigado, lo que hacemos con Irrigación, específicamente, para que los pequeños y medianos productores se adapten rápidamente, pero no es fácil por una cuestión de recursos. Estamos haciendo que sea más eficiente el uso del agua y de la energía, haciendo proyectos pilotos de reservorios. Y en la zona del secano, con el Iadiza, elaboramos una estrategia de sustentabilidad a sus habitantes, por la mayor desertificación debido al aumento de temperaturas. Esta labor la hacemos para que estas producciones sean más sustentables”.
Por su parte, Cavagnaro expresó: “Nosotros consideramos que sí hay una afectación en lo que tiene que ver con el régimen de cambio de temperaturas, sobre todo, en la última década, con la elevación de la temperatura mínima media y de la temperatura media. Hay una tendencia de modificación de las etapas fenológicas del cultivo de la vid, hay adelanto de las brotaciones y de las maduraciones de las uvas. También hemos encontrado que, entre etapa y etapa fenológica, se acortan los tiempos. Estamos trabajando en los indicadores bioclimáticos que se utilizan normalmente para la vid, y hemos registrado algunas tendencias en las que se demuestra el calentamiento global”.
“Por el cambio climático sí hay una retracción de glaciares y se modifica la oferta hídrica, habiendo más escasez de agua, lo que impacta en la cultura del regadío en el sector de la agricultura de Mendoza. Lo que entendemos que, además, en el largo plazo puede afectar la estructura agrícola. Lo más preocupante, por fuera de seguir las tendencias de qué pasa con los cultivos o sus ciclos fenológicos, sobre cosechas o rendimientos, creo que pasa por la oferta hídrica, sin lugar a duda”, prosiguió.
“Estos resultados provisorios los hemos presentado en algunas investigaciones exploratorias, pero los datos certeros todavía no los tenemos. Si bien nunca nos vamos a acercar a una conclusión total, puede haber tendencias más marcadas que estamos analizando”, sintetizó.
Fuente: El Sol Diario