Ser mejores productores de trigo

Fertilizar presentó los números para esta campaña

A la espera de lluvias que terminen de cargar los perfiles del suelo tras la prolongada sequía, las condiciones para la siembra de los principales granos finos de invierno, trigo y cebada, son las mejores por los números favorables para la inversión en tecnología y por la necesidad de explorar los mayores rendimientos de los cultivos.

Con estas premisas, Fertilizar Asociación Civil concretó una nueva convocatoria de prensa para dar a conocer los números de la inversión en fertilizantes, que este año vuelve a ser favorable en lo que hace a la relación insumo producto.

La gerente ejecutiva de la entidad, María Fernanda González Sanjuan, resaltó que a pocas semanas del lanzamiento de la campaña 2018/19 “hay una importante expectativa” con el trigo, que podría ganar 4 % de superficie, y también con la dosis por hectárea utilizada, que podría ser 5% mayor a la campaña anterior.

Una buena ecuación

El vicepresidente de Fertilizar, Jorge Bassi, aseguró que la campaña 2018/19 vuelve a ser favorable para la inversión en nutrientes, tomando en cuenta la ecuación insumo-producto que mide la relación entre el valor del cultivo y el costo de la inversión en nutrientes.

“Para la compra y aplicación de un kilo de urea (nitrógeno) se necesitan 2,18 kilos de trigo que es una relación mejor que la del año pasado. En el caso de MAP (fosfato), la relación es 2,95 kilos de trigo por cada kilo de este tipo de fertilizante. Es muy favorable”, resaltó.

Bassi llamó la atención sobre la dosis de fertilizante utilizada en la última campaña. “Si bien creció el uso en los dos últimos años, recién alcanzamos las dosis del 2009-20011, explicó el especialista, “con esto hoy no alcanza”, destacó.

“Las estadísticas de Fertilizar muestran que estamos retornando a los niveles de aplicaciones de 200 kilos de fertilizante por hectárea. Estas dosis son insuficientes ya que debemos tener en cuenta los materiales genéticos con mayor potencial de rendimiento a lo que se suma el desgaste acumulado de los suelos que entregan menos nutrientes”, agregó. El principal síntoma es el contenido de proteína de los trigos, que frecuentemente no alcanza la calidad panadera. “Si cosechamos proteína por debajo de 10% es que al trigo le faltó nitrógeno”.

Para fundamentar estos conceptos se mostraron ensayos realizados en el Sudeste Bonaerense y en la zona núcleo sojera,  en los cuales los diferentes niveles aplicación de nutrientes generaron niveles crecientes de rendimiento y proteína. “El resultado del cultivo, tomando en cuenta  rendimiento y calidad, siempre estuvo ligada a la variedad y al manejo de la nutrición”, acotó Bassi.

“Hoy, la zona núcleo sojera tiene un alto potencial de rendimiento y con el manejo convencional nos quedamos cortos en rendimientos y calidad. Incluso hasta los productores de punta que utilizan dosis mayores al promedio precisarían un salto de 50 kg/ha de N para lograr optimizar el margen de la actividad”, agregó. “En un año con ambiente favorable, se lograron rendimientos de 8.500 kg de trigo con 11.6% de proteína, en franjas exploratorias que incluían 700 kg de fertilizantes entre N, P y S.”

Por último, Bassi compartió recomendaciones para el manejo nutricional del trigo, como realizar análisis de suelo hasta 60 centímetros midiendo nitratos, fósforo, materia orgánica y zinc; hacer fertilización balanceada (N -nitrógeno, P –fósforo-, S –azufre- y Zn –zinc-); ajustar las dosis con modelos de simulación o de umbral que permiten tener una base sólida de decisión. “Es importante desdoblar las dosis de nitrógeno para cuidar el ambiente y el bolsillo”; de esta forma podemos elevar las dosis y apuntar tanto al rendimiento como a la calidad. Recordó además que “una dosis alta de fósforo y azufre en trigo tendrá efecto residual importante en la soja de segunda”.

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