En estos días se debate en la Argentina cuál va a ser la superficie destinada al cultivo de maíz en la próxima campaña. El interrogante no es menor, ya que las distintas estimaciones indican una intención de siembra con una clara tendencia a la baja. Pareciera que la expectativa que genera el cambio de gobierno estaría retrasando la decisión de siembra para cuando se conozcan las medidas que podrían tomarse para el campo y la economía.
Con pocas medidas se podría revertir la caída y lograr que el área a sembrar se acreciente. Por este motivo, MAIZAR está en forma permanente manteniendo reuniones con funcionarios del Sector Público, y con los futuros candidatos, para intentar hacerles comprender la urgente necesidad de anunciar medidas que permitan por un lado incrementar los ingresos obtenidos y por el otro bajar los costos de producción.
Los ingresosse forman a partir de multiplicar rendimiento por precio. Los rendimientos de maízde la campaña que está terminando están en niveles records gracias al buen clima y a que, a pesar de los problemas, el productor aplicóun alto nivel de tecnología.
En cuanto alosprecios, la gran cosecha mundial motivó una caída delos precios internacionales de los granos. Al mismo tiempo, a nivel local reciben un castigo adicional, que surge de los derechos de exportación y los ROEs (Registros de Exportación), que al ser manejados en forma discrecional, producen otra disminución artificial del precio, al desaparecer los exportadores del circuito comercial. En este contexto, a igual distancia del puerto, en Argentina el productor percibeunos60 dólares por una tonelada de maíz mientras que en Brasil obtiene 130 dólares y en Estados Unidos 140 dólares.
Por lo tanto, para mejorar los ingresos, la solución que debe aplicar el Poder Ejecutivo es la rápida eliminación de los ROEsy todas las trabas que existen para exportar maíz, sorgo y los productos de sus cadenas de valor. También deben eliminarselos derechos de exportación, que claramente son el impuesto más distorsivo que se puede aplicar en cualquier economía y que tienen como consecuencia la destrucción de la capacidad productiva. Estas medidas integran los consensos acordadospor MAIZAR en el año 2007 entre los integrantes de todos los eslabones de la cadena del maíz y del sorgo.
Los derechos de exportación tienen una incidencia muy baja sobre los costos de producción de los productos derivados, no brindan a las industrias ninguna ventaja competitiva sostenible y tampoco evitan el aumento constante de los precios al consumidor. Nuestro país genera biomasa suficiente para alimentar más de 400 millones de personas, dato que explica el absurdo de tener terminales, acopios, silos de campo y los incómodos bolsones de plástico con alimentos deteriorándose por su larga permanencia en los lotes.
A pesar de tener granos más costosos muchos otros países lograron desarrollar industrias de transformación más competitivas que las nuestras. Ningún país basa la competitividad de sus cadenas de valor en la aplicación de castigos a la producción de materias primas. Por el contrario, todos nuestros competidores promueven o subsidian sus exportaciones y ofrecen distintos tipos de beneficios para incrementar la oferta,así las industrias pueden obtener la materia prima en forma fluida y con menores costos.
A éste contexto de precios bajos se agrega un escenario interno con costos de producción crecientes. Es la primera vez en décadas que el costo del flete es el principal para una hectárea agrícola. Como ejemplo, se calcula que a una distancia de 170 km del puerto, el transporte de un maíz de alto rendimiento cuesta más de 450 dólares por hectárea, mucho más que el alquiler o que la suma de todos los insumos. Los fletes en la Argentina son un 84% más costosos que en Estados Unidos y un 77% más que en Brasil.
Un componente importante del costo del transporte es el precio del gasoil, que vale en Argentina 1.5 dólares por litro, mientras que en Brasil y Estados Unidos ronda los 0.7 dólares. Los valores de las cubiertas para camiones, los repuestos y el mantenimiento de la maquinaria agrícola también tienen un costo muy superior al de nuestros competidores en el mercado.
Además, las trabas a las importaciones, sumado al problema del tipo de cambio, incrementan el costo de los insumos de base importada. Muchos importadores pagan su mercadería en dólares al contado y deben importar sin saber cuándo podrán pagar al exterior. En síntesis, tenemos los costos más altos del mundo con los precios de granos más bajos del mundo.
El nuevo gobierno tiene la oportunidad de iniciar su mandato con una enorme cosecha de maíz y sorgo, que se traduciría en una mayor generación de empleo genuino y en un importante ingreso de divisas al país generadas por las exportaciones de granos y sus productos de valor agregado. Así se podría revertir la crítica situación económica que atraviesan las economías regionales y los productores agropecuarios. Pero para ello es indispensable que se anuncien, en forma clara y rápida, estas simples medidas que permitirían elevar los ingresos y bajar los costos. (Maizar)