Las enfermedades que afectan al cultivo de soja son causadas por virus, hongos, bacterias y nematodos. La diversidad de los agentes causales, como así también la prevalencia de las patologías que provocan, se incrementaron con el correr de los años, desde el ingreso de este cultivo al país.
La expansión de la frontera agrícola, la ausencia de rotaciones, la uniformidad varietal, las prácticas que permiten la conservación de rastrojo en superficie, son algunos de los motivos que propician el problema. Sin embargo, no todas las enfermedades resultan limitantes cada campaña y en esto se suman a los anteriores dos aspectos importantes: las condiciones ambientales y el manejo del cultivo.
Las condiciones ambientales involucradas en la aparición y progreso de una enfermedad no se limitan a lluvias y temperaturas; influyen también otros factores como la humedad relativa, las horas de mojado foliar, heliofanía, vientos, humedad de suelo, fertilidad, altura de napas, entre otros. Sin embargo, con un pronóstico de precipitaciones frecuentes, anunciado ya para la próxima campaña (Servicio Meteorológico Nacional, 2015), existen ciertos aspectos en el manejo del cultivo que deberíamos considerar para prevenir el impacto sanitario de posibles epidemias.
Los suelos fríos y húmedos, así como la falta de oxígeno por planchado o la escasa disponibilidad hídrica, son condiciones que propician la aparición de enfermedades de pre y post emergencia (“damping off”). En estas situaciones, la variedad y calidad sanitaria de las semillas son características primordiales a tener en cuenta antes de la siembra. Por un lado, conociendo la presencia en el suelo del hongo patógeno Phytophthora sojae, la elección de un cultivar con resistencia genética es la medida adecuada para prevenir posibles problemas durante la implantación o el desarrollo del cultivo.
Por otro lado, el análisis de calidad permite identificar los patógenos presentes en los granos, posibilitando la elección de un curasemillas específico que evite su introducción y progreso en el lote seleccionado. A través de este análisis también es posible conocer el poder germinativo y vigor. Valores óptimos de estos parámetros (por encima del 85%), sumado al uso de curasemillas de amplio espectro son condiciones necesarias para lograr un adecuado stand de plantas en situaciones en las que velocidad de germinación y emergencia de plántulas se ve reducida.
En los primeros estadíos vegetativos y debido a la presencia de inóculo en el ambiente, es posible detectar manchas foliares sintomáticas de algunas enfermedades. Este manchado suele ser de escasa relevancia debido a que las plantas se encuentran en pleno crecimiento, incrementando su altura, número de nudos y hojas. Sin embargo, en estas situaciones, es recomendable iniciar los monitoreos periódicos del cultivo que deberán intensificarse a partir de los estadíos cercanos a floración (cuando la producción foliar es menor).
Condiciones de lluvias frecuentes, alta humedad ambiente y horas de mojado foliar desde los últimos estadíos vegetativos y/o durante los reproductivos favorecen la aparición de algunas patologías foliares tales como bacteriosis, “mancha marrón”, “tizón de la hoja y mancha púrpura en semilla”, “mancha ojo de rana”, “mildew”, “roya de la soja”, “oídio”, entre otras de menor importancia.
Variedades susceptibles, temperaturas altas y más de ocho horas de mojado foliar son condiciones óptimas para el progreso de “mancha ojo de rana” y el “tizón de la hoja”; humedad ambiente alta y temperaturas de alrededor de 20ºC predisponen la aparición de enfermedades como “mancha marrón”, “mildew”, “roya de la soja”, “oídio”.
Monitoreos periódicos del cultivo a partir de esta etapa resultan indispensables para la identificación de las problemáticas y su manejo eficiente conociendo los niveles de incidencia y severidad. Para reducir las potenciales pérdidas que provocan la mayoría de las enfermedades que aquí se mencionan se dispone de fungicidas foliares que deben ser aplicados considerando principalmente los umbrales de daño y la existencia de condiciones ambientales predisponentes para su progreso. El uso de fungicidas ignorando estas pautas redunda en un gasto innecesario y en el posible desarrollo de resistencia por parte de los patógenos.
Las lluvias abundantes también contribuyen a la aparición de enfermedades que afectan raíces y tallos (en lotes donde el inóculo está presente y las variedades son susceptibles). Entre estas, el síndrome de la muerte súbita se presenta como la más prevalente y problemática en las últimas campañas. Cuando las precipitaciones están acompañadas con temperaturas frescas durante los primeros estadíos reproductivos del cultivo, también es probable la aparición de la “podredumbre húmeda del tallo”.
Otras enfermedades que podrían afectar el cultivo en condiciones de abundantes precipitaciones pero con temperaturas cálidas, son “cancro del tallo” (Diaporthe phaseolurum var. meridionalis y Diaporthe phaseolurum var. caulivora) y “podredumbre marrón” (Cadophora gregata). El uso de cultivares con resistencia genética o buen comportamiento es la estrategia de manejo disponible para muerte súbita y cancro del tallo; mientras que para la podredumbre húmeda se recomiendan prácticas como fecha de siembras tempranas, uso de cultivares de grupos de madurez cortos, espaciamiento de entresurcos.
Por último, las altas temperaturas y humedades relativas elevadas durante los últimos estadíos reproductivos (R5 en adelante) predisponen a un mayor deterioro de la calidad de semilla, el cual se incrementa con demoras en el tiempo de cosecha. Con estas condiciones es frecuente encontrar patógenos como Fusarium, Phomopsis, Colletotrichum, Aspergillus, Penicilium, Alternaria, Cercospora, géneros que afectan el poder germinativo y el vigor de los granos, lo cual debe ser tenido en cuenta en las siembras de la siguiente campaña.
Ante la posibilidad de un año “Niño”, las sugerencias de manejo para procurar evitar pérdidas importantes de rendimiento a causa de enfermedades en el cultivo de soja son:
– Seleccionar cultivares con buen comportamiento frente a las principales enfermedades detectadas en la región y en el lote a sembrar.
– Analizar la calidad de las semillas a utilizar y definir el tratamiento de las mismas con fungicidas curasemillas.
– Realizar monitoreo del cultivo periódicamente, incrementando su frecuencia ante condiciones predisponentes y/o a partir de floración.
– En el caso de no contar con una variedad resistente y alcanzar los umbrales de daño de una determinada enfermedad foliar, ante la inminencia de continuidad de condiciones climáticas predisponentes para la misma, seleccionar un fungicida y realizar aplicaciones oportunas. Son numerosos los productos registrados para el control de enfermedades foliares en soja y la decisión de aplicación y del tipo de producto a utilizar debe ser tomada junto a un asesor dependiendo de los niveles de incidencia y severidad, el estado fenológico del cultivo, estado general del lote y las condiciones ambientales.
Informe elaborado por Distéfano, Silvia G.; Gadbán, Laura C.; Lenzi, Lisandro G.
INTA EEA Marcos Juárez.