Con el objetivo de acompañar cada decisión de campaña con el mejor conocimiento y experiencia, la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid) lanzó en 2021 “Agenda Aapresid”: un ciclo de entrevistas con especialistas, productores y empresas que se transmite en vivo cada miércoles desde la plataforma de streaming Aapresid Comunidad Digital.
En una de las ediciones de Junio se palpitó la próxima campaña de maíz (revivilo acá): mercados, perspectivas climáticas, tecnologías y claves de manejo para alcanzar el máximo rinde. Sobre esto último, compartimos las 5 claves que dejaron los que saben.
1- Fecha de siembra
Gustavo Maddonni (FAUBA-CONICET) explica que la fecha de siembra (FS) es clave para determinar el rinde ya que define la calidad del ambiente que explorará el cultivo. En ambientes como los de zona Núcleo, donde los balances hídricos a inicio del verano suelen ser más favorables, conviene optar por fechas tempranas de forma que la floración – periodo más crítico – coincida con las mejores condiciones de luz y temperatura de diciembre.
En zonas marginales las fechas tardías son las más elegidas: acá la estrategia es posicionar la floración hasta febrero, con mejores chances desde lo hídrico para asegurar estabilidad.
2- Estado hídrico del perfil al inicio de campaña
Conocer el estado hídrico del perfil al inicio de la campaña debe acompañar sí o sí la elección de la FS. “Si elijo sembrar temprano para capitalizar potencial pero desconozco el perfil del cual parto – qué malezas hubo y que barbecho se hizo, cuál fue la recarga en otoño y el estado hídrico en primavera – sólo puedo rogar que un buen balance hídrico en la estación de crecimiento del maíz borre la mala decisión de arrancar con un perfil mal cargado”, explica Maddonni. Si la campaña viene seca y la demanda en vegetativo es grande llegaremos a diciembre con un balance hídrico deficiente.
3- Genotipo y densidad
Estas son las variables que siguen, en ese orden de importancia. El genotipo determina el largo de ciclo y la posibilidad de cumplir con la premisa de ubicar el PC en el momento deseado. La densidad debe estar planteada en función de un rendimiento a alcanzar.
Si se apunta a optimizar rinde habrá que elegir genotipos tolerantes al estrés y mayores densidades, de manera de aprovechar al máximo los recursos disponibles. Si la estrategia es asegurar el cultivo en un ambiente errático desde lo hídrico, habrá que bajar densidades y optar por genotipos con plasticidad reproductiva – prolificidad o espigas de macollos – de forma de capitalizar una posible buena racha de agua con más espigas/m2.
4- Nutrición
La nutrición tiene que acompañar el rinde objetivo. En ambientes donde se apuesta al máximo rinde, la buena nutrición es variable obligada. Pero también lo es en ambientes marginales donde se opta por las estrategias de plasticidad antes mencionadas: una buena base nutricional es necesaria para expresar ese mayor número de espigas/m2 que se busca capitalizar ante buenas rachas hídricas.
Andrés Grasso (Fertilizar AC) agrega que el maíz es un cultivo paradigmático en términos de fertilización: “si bien recibe un enorme input tecnológico, la dosis de N se sigue calculando con la vieja ecuación: kg objetivo – N disponible en suelo”.
5- Construcción de ambiente
José Luis Zorzin es socio Aapresid en el sudeste cordobés, zona de altísimo potencial donde reinan los suelos Clase I y II y la presencia de napa. Explica que, además de la nutrición, una de las variables donde falta ajuste es la construcción de ambiente en el tiempo: “la diferencia en la performance de maíces sobre lotes que vienen de años de buen manejo es notable. La calidad química, estructural y biológica de estos suelos hacen la diferencia respecto de aquellos con manejo deficiente”. Recién detrás de esta variable, Zorzin posiciona la densidad y la calidad de implantación como cuestiones que requieren mayor ajuste.
Fuente: Aapresid