El reiterado cultivo de trigo y la labranza que requería esta actividad hicieron que gran parte de los suelos del partido del Villarino –Buenos Aires– acentuaran su condición árida y perdieran su fertilidad. Ante esta problemática, un grupo de más de 20 productores y el INTA Médanos recuperaron más de 12.000 hectáreas a partir de la creación de un sistema ganadero de cría que, basado en el manejo del pastizal natural e implantado, duplicó la producción de carne por unidad de superficie y aumentó la rentabilidad del establecimiento en un 30 %.
Este tipo de experiencias integran la agenda del V Congreso Latinoamericano de Agroecología que, con la participación del INTA, se lleva a cabo desde el 7 hasta el 9 de octubre en la Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales de la Universidad Nacional de La Plata.
“En el enfoque agroecológico, los recursos forrajeros se obtienen a partir de la combinación de pasturas perennes y pastos naturales y se reduce el uso de verdeos”, sostuvo Sergio Cuello, especialista del INTA Médanos.
Con un rodeo formado por 300 vacas, el sistema abarca más de 12.000 hectáreas y tiene un 70 % de pastizal natural y el resto se dedica a la producción de verdeos, avena y centeno. “El manejo agroecológico permite aumentar un 30 % la rentabilidad global del sistema, en relación con uno manejado de manera tradicional”, indicó Cuello.
Además, remarcó que la implantación de pasturas perennes permite aprovechar de manera más eficiente el agua de lluvia, en tanto “su masa radicular está desarrollada y, ante la mínima precipitación, la planta responde con la producción de materia seca destinada a forraje”. “Con el tiempo, esas pasturas pierden stand y facilitan el avance de las especies naturales”, continuó.
Por el contrario, “el cultivo de verdeos necesita roturar la tierra –proceso que provoca la evaporación del agua disponible en el suelo–, esperar una lluvia para que germine y otra secuencia de precipitaciones para que crezcan las plantas”, apuntó Cuello.
Cuello destacó que la productividad de los campos rondaba los 40 kilos de carne anuales por hectárea, mientras que, gracias al manejo del pastizal natural, se duplicó y ascendió a un promedio de 80 kilos. No obstante, “el beneficio no se debe tanto al aumento de los kilos por hectárea, sino al poco capital que se invierte”, señaló.
Según calculó, una hectárea de pastizal natural rinde 1.800 kilos, pero con las ventajas de que está disponible todo el año y resiste el déficit hídrico. “Los pastizales naturales son especies que se adaptan a la variabilidad climática de la región y atraviesan los eventos de sequía, lo cual implica reducir la aplicación de insumos y abaratar los costos de producción en un 60 %”, explicó.
Por su parte, si bien una hectárea de verdeo proporciona entre 2.000 y 2.500 kilos de materia seca, sólo puede utilizarse entre mayo y diciembre. “Esto significa que el productor requiere un verdeo de verano como fuente adicional de forraje, lo que demanda más insumos y tiene una alta probabilidad de fracaso ante la escasez de lluvia”, analizó.
Para introducir un campo al manejo agroecológico, Cuello remarcó realizar un control de malezas con insumos a fin de disminuir la población durante la implantación de pasturas. “Una vez que el sistema se estabiliza, las malezas ya no proliferan y, a medida que la pastura –sobre todo, tras períodos de sequía–, se regenera el pastizal natural”, explicó.
“Lo agroecológico atrae a los hijos de las familias y eso incentiva la continuidad de los campos”, expresó Cuello, quien además destacó la importancia del Programa Sustentabilidad Forrajera que, creado en 2008, hoy trabaja 2.200 hectáreas y beneficia a 49 productores familiares.
Esta iniciativa, puesta en marcha por el INTA Médanos junto con el Ministerio de Asuntos Agrarios y el municipio, fomenta la producción ganadera a partir de la implantación de pasturas perennes y la recuperación de los pastizales naturales. (INTA)