Los elevados niveles de humedad afectaron la etapa final del cultivo de soja por partida doble. Por un lado determinaron la falta de piso para el tránsito de las cosechadoras y por otro llevaron a que haya lotes con plantas prácticamente verdes y chauchas totalmente secas, condiciones que acarrean mayores pérdidas de cosecha.
Este fue, precisamente, el tema abordado por Andrés Méndez –técnico del INTA Manfredi- en las jornadas Experiencia Forrajera organizadas por CLAAS, que este año también le dieron un lugar a la cosecha. “Los lotes presentan una situación bastante complicada para las cosechadoras y vemos que en muchos casos se invierte la relación tradicional de las pérdidas que en promedio son del 70% por plataforma y del 30% por cola”, dijo el técnico.
Y agregó que “en general han crecido las pérdidas por la cola de la máquina cosechadora, pero también hay casos en lo que crecen las pérdidas por la plataforma que, como consecuencia de que las plantas de soja están muy verdes, son arrastradas y cortadas más arriba dejando chauchas que no ingresan a la máquina. A la vez, hay mayor desgrane por la acción del molinete. Todo esto lleva a una generación de pérdidas totales muy grandes”.
Méndez explicó que mientras hasta fines del año pasado las cosechadoras más grandes pesaban 14 o 15 mil kilos, ahora los nuevos equipos rondan los 21 mil kilos. “Entonces, por más que se equipen con duales, triales u orugas, muchas veces no se puede evitar que se hundan”.
“Ante el alto peso de los equipos –continuó Méndez- se recurrió a máquinas más livianas que estaban prácticamente en desuso y que no en todos los casos fueron adecuadamente acondicionadas, por lo tanto generaron muchas pérdidas de granos, fundamentalmente por la cola de la máquina”.
El especialista explicó que en aquellas zonas con condiciones de suelos y cultivos normales, la situación fue totalmente opuesta, ya que la incorporación de máquinas modernas y con más tecnología llevó a reducciones de pérdidas “que muchas veces se encuentran incluso por debajo de los rangos de tolerancia sugeridos por el INTA”. Al respecto, Méndez alertó que frente a los elevados rendimientos que se están obteniendo -sojas de más de 5.000 kilos o maíces por encima de los 14.000 kilos por hectárea- “habría que actualizar los niveles de tolerancia ya que es difícil generar tan bajas pérdidas con niveles de productividad tan altos”.
“La combinación entre esos elevados rendimientos y los potentes distribuidores de paja que traen las nuevas cosechadoras está llevando también a que cambiemos el sistema de medición de pérdidas. Así lo viene sugiriendo el INTA en los últimos años. Las pérdidas por cola hoy se desparraman por todo el ancho de la plataforma y a veces arroja granos aún por fuera de sus extremos. Por lo tanto, hoy las mediciones se están haciendo con 4 aros ciegos, de 56 cm de diámetro cada uno. Debajo de estos quedarán los granos perdidos en precosecha y por plataforma, y por encima, los que se perdieron por la cola de la cosechadora”.
Velocidad de cosecha
Méndez destacó la importancia de la velocidad de cosecha como una de las causas más relevantes en la eficiencia de la recolección. El especialista mostró un ejemplo en un lote de soja donde al pasar de 6 a 7 kilómetros por hora las pérdidas se incrementaban en 100 kilos por hectárea, mientras que al pasar de 7 a 9 km/hora la cifra llegaba a 600 kg/ha.
“Un buen equipamiento, el mantenimiento de la barra de corte y que la velocidad de avance no supere los 7 kilómetros por hora son clave para trabajar con bajos niveles de pérdidas”, señaló el especialista del INTA.
Lo que viene
Méndez es un reconocido especialista en agricultura de precisión y adelantó las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías. “Las fotografías multiespectrales nos permiten tener más de 400 datos de cada porción de 50 x 50 cm del terreno. Con esta información podemos armar los mapas de rendimiento –explicó el técnico- y empezar a pensar en manejar la micro variabilidad para mejorar el negocio del productor”.