La producción agropecuaria se ha vuelto un proceso muy dinámico, de modo que hay que estar siempre atentos a las condiciones que los semilleros y laboratorios ofrecen de precampaña para, de esta manera, hacer una diferencia en los costos de producción. Una buena oportunidad para ello es Expoagro Sale, el evento online de Expoagro Digital que ofrece promociones, ofertas y descuentos para los insumos del campo, hasta el 30 de junio.
El ingeniero agrónomo Edgard Ramírez, integrante del equipo del Tecnódromo de Expoagro, detalla algunos criterios que deberían considerarse a la hora de definir la compra de insumos en general, descontando la importancia que tienen los centros de distribución oficiales de cada compañía, donde aseguran la calidad y procedencia de la mercadería, como lugares para realizar las compras.
Entre otros, destaca prestar atención a las condiciones comerciales y de provisión en tiempo y forma de los distribuidores. También, a la seguridad o banda toxicológica, procurando que sean banda verde o azul en su defecto. Además, tener en cuenta la residualidad o persistencia del principio activo para evitar repetir tratamientos. Y, por último, tener presente el ciclo del germoplasma elegido, según planificación de fecha de siembra y plan de rotación.
El costo de la dosis aplicada por hectárea define el negocio
“Cuando nos referimos a sustentabilidad no debemos olvidar que siempre tenemos que pensar en las tres patas en las que se apoya el principio: la económica, la social y la ambiental”, explica el ingeniero.
Luego de esa aclaración, al referirse a los FITOSANITARIOS sugiere trabajar siempre con moléculas más seguras y amigables con el ambiente. De esta manera, los tratamientos que deban realizar también serán más seguros para los aplicadores y las poblaciones cercanas.
De acuerdo con Ramírez, los nuevos productos que las compañías presentan al mercado vienen con un desarrollo tecnológico que hace que las formulaciones sean más seguras, estables, concentradas y también con avances como la nanotecnología, que permite usar menos principios activos por hectárea. En este sentido, recomienda: “Si a estas características del fitosanitario se la sumamos a una excelente calidad en la aplicación, como por ejemplo una pulverización dirigida, permitirá ahorrar un elevado porcentaje de productos, ya que sólo se aplicarán donde sea necesario tratar y por consiguiente se logrará entrar en un círculo virtuoso de la sustentabilidad antes mencionada”.
Por eso, para el técnico “el precio del insumo como único factor no es el determinante, sino que pasa a ser el costo de la dosis aplicada de determinado producto por hectárea la que debe marcar el camino”.
También recomienda considerar la residualidad de un producto y esto es importante para cualquier fitosanitario; o la volatilidad o liberación, si se piensa principalmente en fertilizantes.
Al respecto, destaca que “estas características propias de las formulaciones son las que nos permiten aplicar una vez o repetir el proceso cada vez que los problemas aparezcan, ya sea por nuevos nacimientos o rebrotes en el caso de malezas o nuevas generaciones en el caso de las plagas, por ejemplo”.
Con estas consideraciones, advierte que al costo del tratamiento (insumo + aplicación), se le debería sumar el costo de oportunidad de realizar el mismo, y argumenta: “Sabemos que no siempre el contratista está disponible, o no siempre hay condiciones de piso o climáticas para poder aplicar y eso incide directamente en el rendimiento de los cultivos. Por lo tanto, si se elige un producto con buena residualidad o persistencia ayuda a bajar los costos de producción”.
En relación con los FERTILIZANTES, el razonamiento es similar. “Deberíamos asegurarnos de aplicar el elemento que necesitemos, ya sea fósforo o nitrógeno, y en la cantidad requerida, según el diagnóstico obtenido en laboratorio por análisis de suelo y en el lugar específico para el aprovechamiento de las raíces”, explica.
Aunque lo anterior parezca obvio, para Ramírez “la realidad indica que muchas veces se aplica fertilizante a ‘ojo de buen cubero’ y al voleo sobre el lote, lo que resulta una técnica muy poco eficiente al momento de evaluar la disponibilidad del elemento aportado para el cultivo, con el consiguiente costo improductivo”.
Con respecto a las SEMILLAS, ya sean variedades o híbridas, sugiere que “deben ser fiscalizadas, ya que eso asegura no sólo la genética que tienen sino también la calidad germinativa. No está de más recordar que una semilla con baja energía o bajo vigor puede hacer fracasar un cultivo, con todo lo que ello significa”.
Luego recomienda disponer de una buena planificación que contemple el plan de rotaciones completo de un lote, y argumenta: “Esto es importante para tener presente que no sólo se deben rotar cultivos, sino también principios activos y germoplasmas, según indican las Buenas Prácticas Agrícolas (BPAs)”.
Siguiendo con el análisis de lo general a lo particular, antes de comprar hay que decidir qué ciclo del cultivo se quiere sembrar según la fecha de siembra, biotecnología disponible en la semilla y principalmente requerimientos como potencialidad, plasticidad y todas las características referidas a sanidad (resistencia o tolerancia a enfermedades), para determinar si ese germoplasma conviene o no sembrarlo en ese lote. En otras palabras, “hay que comprar la semilla que se adapta a la zona y a las condiciones agroecológicas donde será sembrada”, aclara.
Como mensaje final, es claro y conciso: “Los insumos son herramientas específicas que deberán ser usadas como tales en cada situación en que se las necesite. Debemos comprar los fitosanitarios, fertilizantes y semillas, conociendo la realidad de cada lote en los que serán empleados”.