En las antípodas de la idea de “sector primario”, el panel La innovación en el agro en el lanzamiento del Congreso Maizar 4.0 puso sobre la mesa la gran sofisticación tecnológica de algunos emprendedores del sector. Tecnología que se instala en cualquier maquinaria y permite monitorear los procesos en tiempo real; un Uber de camiones que simplifica la logística y eficientiza las cargas y procesos; una aplicación que permite certificar los procesos a campo con blockchain a un tercio del costo tradicional; una empresa que investiga el ADN de los microorganismos que producen las respuestas diferenciales: todo un conjunto de herramientas que crean soluciones a medida y acercan al productor y el consumidor.
De tan tecnológicas, las empresas que formaron parte del panel La innovación en el agro, en la presentación del próximo Congreso Maizar 4.0 no se vieron perjudicadas en lo operacional por la cuarentena debida al Covid-19, y hasta se fortalecieron, salvo en los equipos de contacto con los clientes. Moderados por Carlos Becco, contaron sus iniciativas Julián Balduciel, de Acronex; Juan José Debuchy, de Humber; Diego Hoter, de Ucrop.it, y Fernando García Frugoni, de Indigo.
“Hoy las comunidades necesitan saber qué estamos haciendo en materia de alimentos y cómo. La presión de los consumidores pide reducir los fitosanitarios, hay confusión y desconfianza, y sobre eso hay que trabajar. Al mismo tiempo, en el campo hay un incremento enorme de malezas resistentes y se necesita usar más agroquímicos”, explicó Julián Balduciel.
En ese contexto aparece Acronex,: “La empresa nació hace 6 o 7 años en el Parque Tecnológico del Litoral Centro, en Santa Fe, de dos ingenieros que habían desarrollado soluciones para el monitoreo en tiempo real. Hace 3 años, ingresamos para acercar el punto de vista de las necesidades de los clientes y generar una mejora tangible”, contó.
Así crearon Unimap, una solución tecnológica que se instala en cualquier maquinaria agrícola y permite hacer trazabilidad y seguimiento on line para “tomar las mejores decisiones de siembra, de cosecha, de fertilización, de pulverización, de suministros ganaderos y de mantenimientos generales en tiempo real”. De esa manera, abarca los intereses de todos los partícipes de la cadena: el productor, el consumidor, los organismos reguladores, los supervisores, los operadores.
“El objetivo es reducir el impacto ambiental, ahorrar dinero, gerenciar cada proceso, lograr una mejora continua, y mitigar riesgos contingentes. Tenemos el sistema más sustentable del mundo, nuestro maíz tiene muchísimo más valor que el de nuestros competidores en términos de huella de carbono, pero no lo estamos comunicando, tenemos que cambiar nuestra mala reputación por datos en los productos”.
Por su parte, Juan José Debuchy contó cómo hicieron Humber, una especie de Uber aplicado a los camiones de carga: “Humber surge con la idea de usar la tecnología disponible para simplificar un proceso. Lo que hacemos es conectar personas”. El primer paso es digitalizar lo manual, como contratar un camión por teléfono o hacer una carta de porte. “Estamos creando una comunidad que evoluciona: las empresas publican cargas en muestra plataforma, esas cargas se distribuyen en nuestra red de camiones, les damos visibilidad para que los camiones decidan si hacen el viaje o no. Garantizamos que las empresas tengan el transporte y que a los transportistas se les respeten las condiciones”, resumió. Por otra parte, las empresas se benefician con una facturación simplificada, con una por todos los viajes.
“Solucionamos muchas cosas: ineficiencias por viajes desordenados, rupturas de acuerdos, departamentos de logística internos costosos que no son el core business de las empresas de agro, y esto también le sirve al broker digital. Tratamos de ver qué precisa cada uno de la tecnología”.
Otra innovación es Ucrop.it, empresa enfocada en la trazabilidad y el blockchain, “que genera certeza remota colaborativa de los cultivos para todos los actores de la cadena de forma inmediata”, explicó su cofundador, Diego Hoter. “Hicimos que la certeza genere beneficios inmediatos para desplegar mucho valor en la cadena, porque el flujo de información y la certeza pueden beneficiar a los actores”.
Tradicionalmente, “el agro suele funcionar como una caja negra: ¿cómo hacer para darle visibilidad, ir del campo o de la semilla al cubierto? Si podemos certificar estas prácticas, vamos a tener productos que pueden diferenciarse. Creemos que blockchain puede dar respuesta a esto, porque permite validar información de forma descentralizada y crear un punto de certeza para todos”.
¿Cómo aplican el blockchain al sector? “En el campo, con nuestra aplicación, la gente captura evidencia agronómica, mediante fotos geolocalizadas, mapas y monitoreos, y la registra; nuestra aplicación toma esa información y la cruza con algoritmos que validan el lugar y el momento, y las firmas digitales de los actores que producen el cultivo; entonces se registra en blockchain, se valida y generamos una verdad. Luego migra a un tablero que nos da precisiones sobre el ecosistema de productores”. Hoy, la empresa aplica el sistema a 22.000 hectáreas de algodón de 36 productores.
Otra ventaja de Ucrop.it, dijo Hoter, es que permite reducir el costo de una certificación de las grandes empresas tradicionales del sector, de 6 dólares por hectárea, a un tercio de ese valor.
Por último, Fernando García Frugoni contó que “Indigo nace como empresa de microbiológicos en Estados Unidos en 2014, buscando potenciar las interacciones complejas de los sistemas de producción. Indigo se dio cuenta de que las interacciones no son solo biológicas, y si se quiere potenciar la producción tiene que entrar en otras interacciones”. Así, pasó de ser una empresa de biológicos a una que se propone digitalizar el vínculo entre la demanda y la oferta. “Las tecnologías microbiológicas, el principal negocio de Indigo en Latinoamérica, son una herramienta para potenciar ese vínculo”, señaló.
Para él, estas tecnologías se enmarcan en un mundo en el que “ya no alcanza decir que hacemos las cosas bien, la sociedad da licencia para operar; y el mundo es lo que se llama VUCA: volátil, incierto, complejo y ambiguo. Nunca tendremos todas las cartas para tomar una decisión, pero nadie las tiene”.
Lo que hace Indigo no se podía hacer 10 años atrás por costoso, y hace 20 no existía: seleccionar microorganismos endófitos: “Si en un mismo lote una planta, ante un stress puntual, se comporta mejor que otra de la misma genética en el mismo ambiente, hay algo externo que lo produce. Una hipótesis es que ese algo está teniendo una sinergia con esa planta y le da una capacidad que la otra no tiene. De la inmensa cantidad de microorganismos, en las raíces hay solo 240 endófitos, y entre una planta stressada y una no stressada, las diferencias se reducen a entre 30 y 40. Hoy se puede secuenciar el ADN de ese hongo o bacteria o microorganismo, y se encuentran genes que se repiten muchas veces. Si ese microorganismo aparece en el 80% de las plantas no stressadas, se puede empezar a ser más exitoso en la búsqueda”.
Para García Frugoni, “la biblioteca de genes de microorganismos que Indigo recopiló tiene mucho valor. En general se vincula a factores abióticos (stress hídrico y térmico), pero es posible mirar factores de nutrición, control de nematodos, de enfermedades. Este nuevo mundo de los microorganismos viene a entrar en la interacción entre la planta y el ambiente y cómo lo podemos favorecer”.
El principal desafío para él es dejar de aislar cada tecnología para evaluarla: “muchas veces las respuestas no son tan binarias, lo hemos aprendido sobre todo por las malezas. Hay que verlo de manera sistémica porque aparecen relaciones sinérgicas, antagónicas o neutras que modifican todo el espectro”, indicó García Frugoni.