Quizás por desconocimiento, existe la idea que las frutas y verduras que se producen en el campo argentino contienen sustancias que resulten tóxicas para la salud de los seres humanos. Lo cierto que estamos muy lejos de esta realidad.
Para la producción de cualquier alimento, ya sea frutas, verduras, oleaginosas o cereales, se utilizan productos para la protección de cultivos. Éstos son productos químicos de síntesis o naturales que buscan proteger al cultivo de alguna plaga o enfermedad específica los cuales deben ser aprobados previamente por el SENASA y han permitido a lo largo de los años aumentar la productividad de los diferentes cultivos. Las Buenas Prácticas Agrícolas son la clave para no tener ningún inconveniente en este aspecto. Para cada producto se determinan diversos parámetros, uno de ellos lo representa el denominado “periodos de carencia” es decir, el tiempo que debe transcurrir desde la aplicación del producto hasta su cosecha. Durante este lapso, se asegura que los residuos del producto para la protección de cultivos aplicado ya hayan alcanzado el nivel de degradación establecido por el ente público regulador. Cada producto para la protección de cultivos indica en su etiqueta cuál es el periodo de carencia, para cada cultivo, y detalla en que momento hay que aplicarlo, por ejemplo, 45 días antes de la cosecha. Desde CASAFE realizamos capacitaciones continuas en Buenas Prácticas Agrícolas para que toda la cadena, y entre ellos los productores, realicen una labor responsable y podamos garantizar que, utilizados de este modo, este tipo de productos no genera ningún daño ni al medio ambiente ni a los seres humanos.
También entran en juego los Límites Máximos de Residuos (LMR) que son las concentraciones máximas de residuos de fitosanitarios que se permiten por ley (nacional y/o internacional) dentro de o sobre productos alimenticios para consumo humano o animal, según los datos obtenidos de las Buenas Prácticas de Agricultura, expresados en mg/kg. En el caso que el ente regulador encuentre algún alimento que exceda el LMR, este será inmediatamente puesto fuera de circulación de mercado.
Así es que existe todo un sistema de control desarrollado para que los consumidores no obtengan alimentos contaminados con residuos tóxicos. Todas las frutas y verduras que pasan por el Mercado Central de Buenos Aires son analizadas en sus laboratorios con el objetivo de que se respeten los LMR. Al mismo tiempo todas las firmas que orientan su producción al mercado internacional son altamente cuidadosas en respetar estas normas y hasta tienen sus propios laboratorios. Asimismo las grandes cadenas de supermercados trabajan con profesionales idóneos quienes les aseguran las normas de trazabilidad antes de ubicar el producto en las góndolas.
Otra cuestión a tener en cuenta es que toda la cadena debe involucrarse para lograr la inocuidad de los alimentos.
Teniendo en cuenta lo anterior, es importante remarcar que los productos que fueron aplicados a los alimentos al momento de su producción están en constante degradación día a día, ya sea por cocción, enfriamiento o un agente natural. De todos modos, no hay que dejar de lado las normas básicas de salubridad. Todas las frutas y verduras deben lavarse antes de consumirse.
Los productos para la protección de cultivos pasan por una serie de numerosas pruebas de seguridad ambiental y humana, la cual lleva alrededor de 10 años, antes de ser registrados y permitirse su utilización. Es indispensable recordar que mediante el uso de las Buenas Prácticas Agrícolas, así como la existencia de un ente regulador eficaz, es posible garantizar la inocuidad y salubridad de los alimentos que consumimos.
Autor: Ing. Agr. Augusto Piazza