Lentamente comienzan a activarse las tan anunciadas lluvias de primavera rompiendo un extenso período de seca. En los últimos días se han registrado lluvias en buena parte de la franja central mientras se espera una semana de alta inestabilidad en gran parte del territorio nacional.
Aun así, los tiempos de recuperación de los campos no son inmediatos, si bien estas lluvias permitirían avanzar con la implantación de forrajes para reserva y algunos verdeos de verano, los potreros naturales demandarán entre 20 y 30 días para responder, según las condiciones de cada ambiente. A su vez, el estado general de la hacienda no es bueno y, aun pudiendo recuperar oferta forrajera en estos plazos, los ciclos biológicos tampoco son inmediatos por lo que ya se descuenta un retraso importante en gran parte de los servicios.
Es sabido que este año la faena de vacas ha sido muy elevada, especialmente durante los meses de extrema sequía. Estacionalmente, la faena de vacas toca su punto máximo de oferta anual en los meses de junio/julio, para bajar a lo largo del segundo semestre. Sin embargo, en este año el momento de mayor faena se anticipó unos dos meses, comenzando a registrarse momentos muy elevados de faena ya por los meses de abril y mayo. Hoy la faena de vacas ya está cediendo, los datos preliminares de octubre muestran una caída en el ritmo diario de procesamiento del 14% respecto de septiembre, aunque en el acumulado del año sigue superando en casi un 25% lo faenado en 2022.
Lo mismo ocurrió con la salida de terneros. Destetes anticipados, una zafra relativamente rápida y un alto nivel de encierre también anticipado ha sostenido una abundante oferta de novillitos livianos ya desde la primera mitad del año (+11,4% anual), cuando estacionalmente el período de mayor oferta suele verse a partir del segundo semestre con la salida de los animales terminados de los corrales.
Este adelantamiento en la faena de machos no hace más que restringir la disponibilidad de hacienda que permanece en engorde. Desde hace seis meses la faena de novillos es inferior a la del año pasado, brecha que tenderá a acrecentarse a medida que los campos recuperen receptividad para retomar los engordes de primavera-verano.
Por el lado de las hembras, este desfasaje climático también está teniendo su impacto. Al igual que los novillitos, las vaquillonas livianas también mostraron una elevada oferta en meses en los que, estacionalmente, esta salida no suele ser habitual. A diferencia de las vacas, la faena de vaquillonas marca su máximo estacional hacia fin de año, para bajar a lo largo del primer semestre y alcanzar su mínimo en torno al mes de junio. Este año la faena de vaquillonas se mantuvo muy sostenida, incluso durante los meses de baja, en gran parte impulsada por la oferta de hembras livianas que proveyó el feedlot. A su vez, en este contexto, la falta de novillos pesados también ha sido factor de presión sobre la faena de vaquillonas y lo sigue siendo.
En lo que va del año, estimando octubre en base a traslados de hacienda, la faena de vaquillonas resulta un 12,5% superior a la del año pasado. Considerando su patrón histórico, la extrapolación para lo que resta del año, sugiere una faena de más de 4 millones de cabezas, cifra que medida sobre el stock de vaquillonas registrado a fines del año pasado estaría arrojando una tasa de extracción superior al 50%, poco compatible con lo que podría esperarse en un período de retención.
En definitiva, aquella retracción de oferta que meses atrás esperábamos ver una vez iniciada la primavera, también se ha visto postergada por la falta de lluvias, acrecentando en consecuencia la escasez de hacienda futura.
Afortunadamente el clima ha empezado a mover algunas fichas, planteando finalmente un cambio de escenario, tras la elevada faena que se ha estado observando en los meses previos. (Rosgan)