El INTA y la empresa Novozymes firmaron un convenio de investigación para desarrollar un método alternativo de aplicación de productos biológicos a base de cepas bacterianas benéficas. La búsqueda se enfoca en el incremento de los rindes, a partir de prácticas de manejo más sustentables.
Los insumos biológicos basan su funcionamiento en microorganismos que, mediante distintos mecanismos, se asocian a las plantas y les permiten maximizar la captación de nutrientes del ambiente para mejorar su nutrición, impulsar su desarrollo y aumentar su tolerancia al estrés hídrico, por ejemplo. En este sentido, el INTA y la empresa danesa Novozymes, firmaron un convenio de investigación con el objetivo de desarrollar una nueva tecnología de aplicación de bioinsumos a partir de nuevas cepas promotoras del crecimiento vegetal.
“El INTA tiene entre sus objetivos contribuir a una agricultura más sustentable basada en insumos de calidad y buenas prácticas de manejo. Por eso, desde nuestro laboratorio, estamos abiertos a la vinculación con aquellas empresas que, como es el caso de Novozymes, buscan producir insumos acordes a esa visión”, señaló Mariana Puente, especialista del Laboratorio de Bacterias Promotoras del Crecimiento Vegetal del Instituto de Microbiología y Zoología Agrícola (LBPCV-IMyZA) y coordinadora de los estudios articulados con la empresa danesa.
El desarrollo de métodos alternativos, como el uso de bacterias benéficas para las plantas, busca un incremento sustancial de la productividad mediante una práctica natural y amigable con el entorno. De hecho, no es la primera vez que el INTA y Novozymes establecen una alianza que apunta a la búsqueda de promotores biológicos de crecimiento a base de bacterias benéficas, como ejemplo del resultado de la articulación aparecen Nitragin Maíz, tratamiento biológico de semillas, promotor del crecimiento vegetal y de la actividad rizosférica en interacción con diversos microorganismos benéficos; y Nitragin Wave, promotor biológico para el tratamiento de semillas de trigo y de otros cereales de invierno que estimula el crecimiento temprano y la productividad de los cultivos.
Julia García, investigadora del mismo laboratorio del INTA, expresó: “En el laboratorio tenemos la concepción de que, aunque estamos enfocados principalmente en la generación del conocimiento, también tenemos la vista puesta en su aplicación. Por eso nos alegra compartir el conocimiento con empresas que contribuyan a que esos estudios se transformen en insumos que lleguen al productor”.
En esa línea, Gisela Santella, responsable de la unidad de BioProcesos y Fisiología Aplicada para América Latina, destacó: “Trabajamos para que los productores tengan acceso a inoculantes de calidad, avalados por ensayos que fundamenten y validen sus mecanismos de acción. El INTA es líder en ese sentido y tiene un equipo muy prestigioso, que nos da mucha seguridad, ya que nuestro interés no está sólo en los productos finales sino también en la ciencia que se encuentra detrás de ellos”.