Por trabajo y apasionamiento, Larrea no solo es espectador de primera fila, sino además parte de este proceso de crecimiento formidable. «Los niveles de productividad que tienen hoy los tambos, potenciados por buen manejo y confort, la conversión de nutrientes en leche, los altos componentes de sólidos, la buena salud que implica promediar 3,5 partos de duración por vaca, son indicadores llave que nos marcan una productividad extraordinaria. Es decir lo que estamos haciendo es multiplicar en forma increíble la elite de los animales y logramos así generaciones superiores a la anterior. Agradezco a Dios haber sido contemporáneo con esta revolución tecnológica”, subrayó.
Larrea se mostró muy optimismo del progreso genético aplicado. «Se está masificando el semen sexado, se masifican los test genómicos y hay un enorme potencial en la tecnología de producción embrionaria, donde se están logrando avances muy grandes, por ejemplo en la cantidad de embriones producidos por punción, el nivel de preñez de esos embriones, es decir se acelera el ritmo de progreso genético, lo que implica que la elite de la población puede multiplicarse mucho más y lograr que esa elite sea la que genere la siguiente generación. Esa es la revolución del transplante embrionario. Hoy una hembra de un año de edad tiene 200 embriones producidos, con lo que quiero decir que desde el punto de visto genética eso es para pellizcarse”
Si bien puntualizó que eso sucede a nivel de núcleos genéticos, hoy con nuevas tecnologías se está logrando -con estos niveles de eficiencia y bajando costos- que esta “genética envasada como embrión, esté disponible a nivel masivo” y esto va a afectar positivamente la producción de leche y también se afirma el tambo como productor de carne: “Tendremos la oportunidad de decidir qué cantidad de reposición necesitamos, y definir si la vaca tendrá una vaquillona de alta genética para producir leche o para producir carne”.
Fuente: Todo Lechería