Iván Ordóñez, del Programa de Agronegocios y Alimentos de la Facultad de Agronomía
de la UBA, fue el encargado de compartirle al auditorio reunido por ACSOJA en el Salón San
Martín de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires el estudio realizado junto a Sebastián Senesi
sobre el impacto de la soja en la economía argentina.
En pocas líneas y para tener en cuenta la magnitud que el sistema de agronegocios de la soja tiene para los argentinos, Ordóñez indicó que representa el 5,5% del PBI, genera el 26% de las divisas que ingresan en concepto de exportaciones –el 58% del total corresponden a los agronegocios- y el 10% de la recaudación fiscal del país.
En 11 años, el complejo sojero aportó 45 mil millones de dólares y en el 2013 generó el 56% de las retenciones. Y para desmitificar que la soja no da empleo, Ordóñez destacó que se trata de un complejo andamiaje de contratos entre más de 277 mil actores que articulan oferta con demanda, con fuerte impacto regional.
En la campaña 2012/13 el sistema de la soja invirtió por 2,6 mil millones de dólares y generó productos por un valor total de 30,9 mil millones de dólares, lo que implica que por cada dólar de insumos, el resultado generado fue de 12 dólares. Basándose en el trabajo presentado, Ordóñez argumentó que precios de la soja con menos potencial e incrementos en los costos pueden reducir ese ratio a 9 dólares.
De cara al futuro, el consultor destacó que se puede esperar un menor ritmo de inversión en los próximos 6 años, aunque de todas formas se prevé un incremento significativo.
Uno de los ejes que da respuesta al crecimiento está dado por la demanda sostenida, que desde 1980 y con proyección a 2020, se basa en un consumo humano de proteínas animales en crecimiento, un fuerte cambio de forrajes a subproductos de oleaginosas y maíz en el mix para el ganado y un incremento en la utilización de maíz y soja para la producción de biocombustibles.
También en ese período se mantiene la tendencia del crecimiento urbano. El aumento de la población urbana es 5 veces más rápido que la rural. La tendencia aparece más marcada en las economías emergentes, particularmente en Asia, donde es 7 veces más rápido. En tanto que el crecimiento del PBI per cápita es 2 veces más rápido en las economías emergentes, lo que lleva a una mejora en las condiciones de vida creando una nueva clase media global.
En este marco, además, los usos del grano son significativamente superiores a la producción: un 7,9% PBI/Cápita, un 3,5% del consumo de carnes y 5,1% de biocombustibles. “Esto se resuelve solo con precios crecientes”, dijo Ordóñez.
El profesional de la FAUBA destacó que Argentina está en el TOP3 de los productores globales de soja. Brasil y Argentina son los mayores productores del MERCOSUR. En paralelo, el ratio de crecimiento de Estados Unidos y Canadá disminuye significativamente debido a la reducción del área destinada a la agricultura, y el resto del mundo no tiene condiciones técnicas o institucionales para ser un actor relevante en la producción del cultivo. Por esto, está proyectado que el 48% del crecimiento de la producción de proteína vegetal en el mundo tendrá lugar en el MERCOSUR”, apuntó el orador.
En estos 10 años, el área de soja creció a un 5% anual, mientras que la producción a un 4%, siendo Buenos Aires la provincia con crecimiento de mayor superficie. Se incorporaron al área agrícola 9,1 millones de hectáreas. “La soja avanzó sobre áreas tradicionales de la agricultura. La soja no avanzó sobre áreas vírgenes. Creció al ritmo del 10% anual en la provincia de Buenos Aires. La soja no es responsable del desmonte ni expulsó gente”, apuntó Ordóñez.
El rinde promedio de la soja aumentó en todo el país a razón de 0,7% anual desde 1990, gracias a mejoras genéticas, insumos y manejos que se adaptaron a los distintos climas del país y al mismo tiempo permitieron la expansión de la frontera agrícola.
Las proyecciones más optimistas indican que la cosecha anual de soja alcanzará las 61 millones de toneladas a 2020 basadas en incrementos de la productividad. “Vemos que el crecimiento de las hectáreas sembradas ya pasó. Ahora va a crecer la producción a 3,4%”, dijo Ordóñez.
El grueso de la producción argentina de soja se procesa y se exporta manteniendo el liderazgo en los mercados globales en los últimos diez años. El complejo exporta el 86% de la producción y procesa el 69%. Aunque el agregado del biodiesel elevó el nivel de consumo local al 49%. En un escenario de corte B20, el abastecimiento integral para biodiesel demandará un total de 16 millones de toneladas de grano de soja, casi 5 millones de hectáreas. El uso en biodiesel es lo que hará la diferencia.
Adicionalmente a sus tres productos más conocidos existen un sinnúmero de subproductos que impactan en la vida de los argentinos, encontrándose en más de 1.018 productos presentes en los supermercados, a los que se suman otros de usos industriales. “La soja no puede ser responsabilidad de ninguna enfermedad, es un cultivo con propiedades para la salud”, dijo Ordóñez.
El mundo emergente es el principal comprador de soja argentina en sus distintos formatos. Las exportaciones de soja se destinan principalmente a economías emergentes alcanzando un alto nivel de diversificación, pero China es el primer comprador global. Argentina posee el cluster de molienda de soja de mayor porte del mundo que supera por mucho a la producción, con una capacidad de procesamiento que supera las 65 millones de toneladas anuales, sobre 33 millones destinadas a procesamiento.
El 85% de la producción agrícola argentina se da a menos de 500 km. de algún puerto. El camión es la modalidad de transporte de mayor uso, lo que ejerce una presión significativa en la red vial, que debe absorber una cosecha de verano que supera las 70 millones de toneladas en 4 meses.
La soja es un cultivo con un gran potencial de apropiación de valor por parte del obtentor, indicó Ordóñez para aclarar que la industria semillera ha participado activamente en el desarrollo de nuevas variedades en estos últimos 10 años. En ese tiempo se registraron 45% más de variedades que en toda la historia del país, mientras que al evento RR se sumaron Intacta y otros 3 más alcanzando los 5 eventos registrados.
En materia de biotecnología, el estudio destaca que en forma temprana se verá una expansión en la adopción de la resistencia a insectos (hemípteros, chinches y lepidópteros), resistencia a nematodos (nematodo del quiste), resistencia a enfermedades (roya asiática y hongos), aumento del rendimiento, incremento de aceite y mejor eficiencia para forraje. En tanto, para los próximos 5 años, hay desarrollos avanzados inherentes a tolerancia a herbicidas (dicamba, modo múltiple, HPPD, DHT: 2,4-D + glufosinato, GlyTol + HPPD + LL, Imidazolina), resistencia a insectos (2ª generación Intacta RR2 PRO), aumento del rendimiento, Soymega SDA (Omega 3) y Vistive Gold (bajo contenido de saturados, cero grasas trans).
El trabajo no obvió mencionar que el esquema tributario genera una serie de trabas que impiden el desarrollo pleno del cultivo. Puntualizó las alícuotas de retenciones, que representan una porción significativa del ingreso de la cadena y reducen fuertemente la competitividad del productor agrícola y las demoras en los reintegros de IVA e impuestos a las exportaciones que también golpean la ecuación de rentabilidad de exportadores.
El desfasaje entre las alícuotas de IVA Crédito que tributa el productor agrícola (21%para todos los insumos con excepción del fertilizante que tributa un 10,5%) y el IVA Débito efectivo que cobran los productores genera una retención que la AFIP demora en reintegrar generando un perjuicio”, indicó el autor del trabajo. También destacó la exención para importación temporal de granos: “el cierre de este programa dificultó el aprovechamiento de la capacidad instalada de molienda implicando que la recaudación por retenciones al complejo soja represente el mayor rubro dentro de las mismas”.