Según el informe precampaña de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA), “el precio del grano, su rol como cultivo de servicio –tanto como cobertura vegetal invernal o para cumplir los planes de rotación–, el reabastecimiento de humedad en el perfil y las necesidades financieras previo a la campaña gruesa, sostendrían una intención de siembra similar a la del año pasado, es decir: una superficie de 6.500.000 hectáreas”.
Bajo este contexto, “la siembra de trigo durante el ciclo 2021/22 refleja un incremento sobre la superficie promedio de las últimas 5 campañas de 6,6 %, y se ubica como la quinta superficie más grande en la serie histórica del Panorama Agrícola Semanal”, destaca el informe.
“La campaña de trigo arranca con muy buena expectativa”, aseguró Fernando Giménez, especialista en cultivos de invierno y coordinador del Programa Nacional Cereales y Oleaginosas del INTA. La perspectiva positiva se debe a los buenos precios, al pronóstico de fin de “la niña” y a las últimas lluvias que recargaron los perfiles de suelo en la mayoría de las regiones trigueras.
De acuerdo con Carlos Ghida Daza, referente en análisis de márgenes económicos del INTA, el cultivo de trigo presenta un positivo panorama en la proyección del nuevo ciclo, en un contexto de mercado de granos favorable para la mayoría de las producciones pampeanas extensivas.
“En el caso de Córdoba, la opción de doble cultivo con soja de segunda brinda al cereal una interesante alternativa para la gestión en la empresa”, señaló Ghida Daza en el informe Resultados económicos esperados para la campaña de trigo 2021/2022.
“La zona núcleo presenta una adecuada provisión de agua para iniciar la campaña de invierno y con pronóstico de año neutro para el nuevo ciclo”, adelantó Ghida Daza y afirmó: “La incorporación de cereales en la rotación de cultivos aporta de manera positiva a los balances de nutrientes, comparado con el monocultivo de soja”.
“Desde el INTA alentamos y promovemos la siembra de trigo y su mayor participación en las rotaciones agrícolas, por el aporte a la sustentabilidad del sistema productivo”, indicó Giménez y explicó: “A través del rastrojo y de su sistema radicular, genera un balance positivo de carbono y mejora la capacidad de infiltración del agua de lluvia en el suelo”.
Los profesionales y productores de Córdoba, Santa Fe y norte de Buenos Aires –región triguera central-norte– ya iniciaron las consultas sobre las “novedades en tecnología para el cultivo para encarar la nueva campaña”, señaló Jorge Fraschina, especialista en cultivos y referente del INTA Marcos Juárez y explicó que: “Para obtener buenos resultados es fundamental planificar el cultivo de acuerdo a la cantidad de agua útil en el suelo y a la disponibilidad de nutrientes en cada caso”.
Además, Fraschina señaló la necesidad de posicionar al cultivo de trigo dentro del sistema productivo, es decir, incorporar la secuencia trigo/soja en la rotación de cultivos. “Es una alternativa rentable para toda la región central-norte, debido a que permite incrementar la producción de granos en una misma superficie, mejora el resultado económico y el flujo de capital y de trabajo”, indicó y agregó: “Además, permite optimizar el uso del recurso agua en una amplia región cuyo promedio anual de lluvias es superior a los 800 milímetros”.
Con una alta proporción de suelos sin limitaciones en la región central del país, el desafío de la agricultura es gestionar adecuadamente el recurso agua por parte de la agricultura y también minimizar el impacto de los cultivos sobre el balance de carbono en el suelo.
“Una mayor eficiencia en el uso del agua empieza con una mejora en la capacidad de infiltración del agua de lluvia en los suelos, permitiendo su almacenaje y posterior aprovechamiento por los cultivos”, expresó Fraschina quien ejemplificó que el sistema radicular del trigo es reconocido por el aporte de materia orgánica que realiza en los primeros centímetros de suelo y su impacto sobre la capacidad de infiltración del agua de lluvia.
Al igual que otras gramíneas de invierno, el trigo es muy eficiente en el uso del agua almacenada en el suelo hasta profundidades que superan 1,5 metros. “Está demostrado que la eficiencia en el uso del agua mejora con una adecuada nutrición nitrogenada, como así también con la elección de la variedad y su fecha de siembra, según cada ambiente de producción”, subrayó el referente del INTA Marcos Juárez.
Asimismo, la incorporación del trigo y la secuencia con soja de segunda ayudan en el balance de carbono y materia orgánica del suelo. “El doble cultivo trigo-soja es el primer paso para una intensificación que permita equilibrar la pérdida de carbono en los sistemas agrícolas de la región”, resaltó Fraschina y puntualizó: “Con los rendimientos alcanzables en la región central-norte, una rotación con el 50 % de trigo/soja y el 50 % de maíz se consigue alcanzar ese equilibrio”.
Fuente: INTA