El área triguera también cayó en Uruguay

El área sembrada con trigo cayó drásticamente en esta zafra agrícola, como reflejo de las dos malas zafras anteriores, la caída de precios para el cereal y la suba de los costos de producción.

Cuantificar la caída aún resulta difícil, pero la mejor de las estimaciones habla de una siembra cercana a las 250.000 hectáreas, aunque de guiarse por la cantidad de semilla vendida, la baja sería mucho mayor. Es que muchos productores optaron por sembrar semilla propia para bajar los costos en lugar de salir a comprar semillas al mercado como lo hicieron en zafras anteriores.

La Encuesta Agrícola 2014 de la Dirección de Estadísticas Agropecuarias (DIEA/MGAP) hablaba de una siembra en el ejercicio pasado de 398.876 hectáreas, mientras que el área de cebada alcanzó 99.519 hectáreas. En esta nueva zafra que está en macha, el área de cebada no cayó tanto, pues su comercialización está asegurada a través de las malterías que realizan contratos con los productores asegurando un precio.

Este año, los testimonios de las empresas son elocuentes y reflejan el desánimo de plantar trigo a nivel país.

El gerente de Producción de Agronegocios del Plata (ADP), Alexis González dijo que se estima que el área plantada con el cereal bajó a nivel país entre 30% y 40% respecto al año pasado, pero aún no existen cifras oficiales.

En el caso concreto de ADP en el ejercicio agrícola anterior se habían plantado 14.000 hectáreas, pero este año el área de trigo cayó a entre 5.000 y 6.000 hectáreas. El cultivo ya está implantado y aunque se desempeña bien con frío, la combinación de falta de agua y las reiteradas heladas le están pegando fuerte. Los cultivos están macollados (con desarrollo de tallos y hojas) pero se ven más atrasados frente a lo que sucedía el año pasado a esta fecha, coinciden los técnicos.

“Lo que alentó a plantar menos es el precio que se paga por el grano y el peligro de otra primavera complicada como lo fue la del año pasado. El riesgo climático de que se hagan todos los gastos de insumos, llueva mucho en la primavera y se llegue a un trigo forrajero que vale menos de lo que te pagan por otro trigo, estuvo bien presente en los productores al momento de plantar”, aseguró González a El País.

Otro punto que desalienta, además del bajo precio, es la necesidad de lograr un alto rendimiento para poder cubrir los costos. “Para empatar con trigo, tenemos que sacar hoy 4.000 kilos por hectárea y eso es muy riesgoso. Es un rendimiento muy alto. En grandes áreas es muy complicado”, aseguró el gerente de Producción de ADP.

Los productores quedaron muy asustados el año pasado cuando el trigo estaba pronto para cosecharse: comenzó a llover y surgieron serios problemas de calidad. Si en la primavera hay exceso de lluvias se afecta la calidad del grano. Se vendió lo que se podía, un poco del volumen que era mejorador para molienda y el resto se destinó a consumo animal.

Cambio.

Con costos altos, creció mucho en esta zafra el uso de semilla propia y eso se notó en el mercado.
Sebastián Arrivillaga, gerente de Semillas de ADP aseguró que en el caso de su empresa se vendió 50% menos volumen de semillas que el año pasado.

“Estoy previendo, por algún cálculo sacado, una caída del área a unas 250.000 hectáreas o incluso poco menos. Hubo un incremento fuerte de lo que es la proporción de semillas de uso propio”, explicó.

Según su visión, normalmente en trigo, el uso de semilla propia anda en 50% del área y hay veces que cae a 40%, pero este año “la mayor parte de la semilla plantada es propia”.

Arrivillaga agregó que en los últimos años, tanto en soja como en trigo, el uso de semilla propia “venía decreciendo. El productor no tomaba más el riesgo de guardar y optaba por comprar semilla etiquetada, pero este año se dio vuelta la tendencia con trigo”. Tampoco en este caso hay datos oficiales y todo se basa en la percepción de los técnicos y las empresas, las que incluso están percibiendo que también crecerá el uso de semilla propia en soja. “El productor está viendo el uso de semilla propia como una medida de disminuir sus costos”, sostuvo el especialista de ADP.

Ajustado.

Que los números están ajustados y hay un aumento de los costos ya no es noticia, pero los productores se desalientan cada día más.

“El escenario al momento de tomar la decisión de plantar era sin condiciones de precio para el trigo bueno. Había stock de trigo bueno en plaza sin condición de precio para cerrar o sin precio marcado. Pensar en comenzar una siembra con la cosecha del año pasado es complicado”, aseguró el gerente de Monsanto, Marcos Carrera.

En el mercado se salió del stock de trigo malo, de calidad forrajera, pero no el de trigo bueno al momento de definir la zafra.

“A eso hay que sumarle que se cayó el precio y que se viene de dos años malos para el cultivo, con lo cual se suman varias variables que al momento de la toma de decisiones pesan mucho. Ya no es perder plata, es que la capacidad financiera de las empresas de seguir bancando pérdida no está”, dijo Carrera a El País.

A nivel de cultivo, este asesor agrícola dice que “se ve de todo”. Los trigos se implantaron razonablemente bien pero falta agua y eso continúa condicionando al cereal.

“En realidad la falta de agua se mantuvo y por más que la demanda de agua hoy no es muy alta, el cultivo está en plena etapa de desarrollo, por lo cual agua precisa”, explicó Carrera. No es que los cultivos estén mal, porque están enfrentando las etapas iniciales, pero es claro que “lo poco que se sembró está condicionado por la falta de agua si esto persiste”.

Para Carrera, otra variable que desde el punto de vista de desarrollo de los cultivos no jugó a favor “es que la fecha promedio de la primera helada se trasladó 45 días y los cultivos de invierno precisan frío”. Al igual que otros técnicos, Carrera tampoco se animó a estimar un volumen de cosecha, porque “falta mucho del partido por jugar y hoy sería aventurado hablar de un volumen de cosecha”.

El año pasado, entre trigo y cebada el área de cultivos de invierno alcanzó las 522.600 hectáreas según la encuesta agrícola de la DIEA.

La cifra marcó una reducción de 10% en el área respecto al ejercicio agrícola anterior. En trigo el área había caído unas 68.000 hectáreas respecto al año anterior según cifras oficiales, porque ya se venía de un año malo.

Seguramente, el área plantada si el clima ayuda y se logra buena calidad alcance para cubrir las necesidades internas (molienda) y hasta puede quedar un remanente que podría ser volcado a la exportación, si los mercados, en este nuevo ejercicio agrícola, le dan la revancha a los productores en una zafra difícil.

 

Fuente: El Pais

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