De las 20 millones de hectáreas con soja, el 85% no pasa por ningún proceso de fiscalización. Argentina tiene el menor porcentaje de reconocimiento de la propiedad intelectual respecto de los paises de la región. Y se trata de un problema que lleva años.
Debido a la superficie destinada a la agricultura, el mercado argentino de semillas siempre es interesante por volumen. De todas maneras, el sector es dependiente de los vaivenes propios de la actividad en general y lo más común es que reciba el impacto de los momentos de depresión, pero no tanto los beneficios de los momentos de expansión.
Para el productor agropecuario Javier Alves, si surgen problemas de este tipo es porque habia algo que previamente fallo. “En este caso es la ley de semillas que esta muy difusa y no incentiva a las empresas a investigar y cobrar algo a cambio en algun futuro”, evaluó Alves. “El productor argentino no esta acostumbrado a pagar por la semilla de soja que usa”, agregó este productor, apuntando que en todos los paises del mundo el productor paga la semilla todos los años. En Argentina, solo paga el 15%.
Lo cierto es que, ante la ausencia de una ley clara, las empresas no lanzarán nada nuevo. “Los productores deben concientizarse que la tecnología cuesta dinero”, advirtió Alves. “Cuando uno se compra un auto, un celular, y cualquier cosa que tenga un alto agregado tecnológico, cuesta dinero, la tecnologia vale”, comparó.
El rol de las entidades
Para este productor agropecuario, habría que atender a los pequeños y medianos productores, porque si muchos deben pagar la semilla, quedan fuera del sistema. “Yo dejaria afuera a todos los pequeños y medianos productores, que son muchos, pero en superficie no significa tanto”. “Iría mucho mas firme con algo concensuado para los grandes productores”, razonó Alves, y consideró que las entidades madres del campo deben jugar de árbitros, junto al estado.