El productor de granos en el NOA trabaja en muchos casos a pérdida debido a tres factores determinantes como las adversidades climáticas de las tres últimas campañas, los incrementos de los costos de producción y la presión impositiva. Asó lo señaló Daniela Pérez, jefa de la Sección Economía de la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (Eeaoc) de Tucumán.
“Desde nuestra institución periódicamente damos a conocer indicadores económicos sobre costos, margen bruto, superficie, productividad, exportaciones y precios de las principales actividades agroindustriales del noroeste argentino, cuales son los factores que se consideran han sido más problemáticos y el por qué. Los tres factores son muy problemáticos. La rentabilidad de los productores está definida por la diferencia entre los ingresos y los costos”, remarcó la especialista.
Agregó que los ingresos dependen de los precios y rendimientos; y los costos de los precios de los insumos y la tecnología empleada. “Los productores de commodities son tomadores de precios, de modo que su injerencia en el mismo es mínima y queda limitada al uso de, por ejemplo, mercados de futuro”, apuntó.
Por otra parte, indicó que el rendimiento está supeditado a las condiciones climáticas y el manejo del cultivo. Estas condiciones hacen que las producciones agrícolas en secano sean riesgosas por lo que exigen rentabilidades altas.
Impuestos y precios
En otro tramo del diálogo, Pérez subrayó que la presión impositiva viene siendo importante desde hace varias campañas, pero su efecto fue mayor en los tres últimos ciclos porque hubo conjunción de costos altos y rendimientos muy por debajo de los promedios.
Precisó que el precio de la soja y en menor medida el del maíz, ha tenido un comportamiento positivo desde 2007/08, lo que permitió cubrir el incremento de costos en las campañas con rendimientos normales.
“Las perspectivas de precio para la cosecha 2015 no son promisorias, por lo que la situación podría empeorar respecto del trienio 2012-2014. Dentro de la carga impositiva, sólo los derechos de exportación que inciden directamente en el precio lo disminuyen entre un 20% y 35% -según el cultivo-; nótese cuánto podría mejorar la rentabilidad si éstos se redujeran”, explicó.
Rindes
“Los rendimientos de las campañas 2011/12 y 2012/13 fueron unos de los más bajos de la historia de las producciones de soja y maíz en Tucumán, y el rendimiento promedio de soja de la campaña 2013/14 está alrededor de las 2 t/ha, 500 kg/ha por debajo del promedio”, resaltó. “Esta situación de precios, rindes y costos determinó que en las tres campañas pasadas, los que arrendaron tuvieran márgenes negativos; y que quienes producen en tierras propias, en muchos casos, sólo cubrieran costos”, añadió.
Cabe agregar que en su momento, para lograr economías de escalas, muchos productores recurrieron al arriendo, por lo que hay una importante parte del sector afectada.
Consultada sobre qué costos de producción han crecido más, Pérez resaltó: “hablando de soja, sólo de gasto de barbecho a cosecha, sin incluir administración o estructura, entre las campañas 2000/01 y 2013/14, en Tucumán se observa un incremento diferencial que permite dividir al período en dos etapas. Si se analiza el período 2000/01-2005/06 el gasto aumentó entre extremos un 6%, mientras que en el período 2006/07-2013/14 el incremento fue del 110%”.
“Entre 2000/01-2005/06 se registraron disminuciones en el gasto de herbicidas, insecticidas y labores, no hubo variaciones en la semilla, sí aumentos en fertilizantes, y comenzaron a utilizarse fungicidas ante la posibilidad de ataques de roya de la soja”, indicó. “Entre 2006/07-2013/14 hubo aumentos en todos los rubros -continuó-, siendo insecticidas y herbicidas los más destacados. El incremento de ataques de plagas como Pseudoplusia y bolillera y la aparición del picudo negro provocaron un incremento en el número de aplicaciones y también llevaron al uso de productos como los IGR (reguladores de crecimiento de los insectos), los neonicotinoides, y las diamidas, que poseen otras características por lo que son más específicos y costosos. El gasto en herbicidas fue el segundo rubro en crecimiento”, remarcó.
En cuanto al gasto en control de malezas explicó que durante años la fórmula glifosato más 2,4D en barbecho y glifosato en post emergencia ha sido la más usada y la más económica, pero ya no es recomendable por la aparición creciente de biotipos de malezas resistentes al glifosato.
Un manejo más apropiado implica la inclusión de mezclas de herbicidas pre emergentes, que elevan el gasto sobre el manejo anterior en un 70%. Sin embargo, es preferible este gasto a llegar a la situación donde hay que controlar malezas resistentes y el gasto crece un 133% en comparación con el primer caso.
– La explosión de plagas fue consecuencia del manejo inadecuado del sistema: monocultivo continúo de soja RG e insuficientes niveles de rotación con gramíneas. ¿Hay poca predisposición en el productor sojero tucumano a la rotación con gramíneas?
– Tradicionalmente, las principales limitantes de la producción de granos en secano en el NOA han sido el déficit hídrico y la baja estabilidad estructural de sus suelos. Mientras que más relacionada a los costos se encuentra la importante distancia a los puertos, principal destino del grano producido. La siembra directa a principios de los ‘90 apareció como una herramienta interesante para reducir esas limitantes.
Sin embargo, su adopción por parte de los productores no fue ni rápida ni masiva, tal cual se observa en la evolución de la superficie sembrada con soja en Tucumán entre 1990/91 y 1996/97, la que creció a una tasa promedio anual del orden del 1,2%.
Por el contrario, las variedades transgénicas resistentes a glifosato RR1 fueron incorporadas rápida y masivamente entre 1998/99 y 2011/12 y el área sembrada con sojas RR1 creció un 9,2% en promedio por año en Tucumán. Si bien el crecimiento fue consecuencia de menores costos y mejor precio de la soja, el proceso fue muy influenciado por la facilidad de manejo que permitían las sojas RR1.
Estos factores estimularon su monocultivo, ocasionando una reducción del área implantada con gramíneas, ubicando el nivel de rotación muy por debajo de lo que exigen las condiciones agroecológicas del NOA, y afectando uno de los objetivos de la siembra directa: la acumulación de rastrojo.
“El monocultivo continuo de sojas RR1 contribuyó de manera importante a la aparición de nuevas limitantes en la producción de la oleaginosa en el NOA: el aumento en la presión y aparición de nuevas plagas insectiles, la aparición de malezas resistentes y el incremento del costo de producción por el mayor gasto que implica el control de estas plagas”, concluyó la especialista.
Fuente: La Gaceta