El mercado está bien abastecido. Pero no se observan respuestas concretas a los varios problemas de la cadena.
Todos los esfuerzos que hicimos para explicar y anticipar que la necesaria corrección de precios de la carne era un proceso inevitable en una economía con alta inflación como la que vive la Argentina, parecería que fueron estériles.
Esta semana se conoció el nuevo índice de febrero que fue de 6,6%, y como la corrección de los valores de la hacienda y por ende de la carne ocurrió también el mes pasado, todos estamos asombrados y hay quienes culpan a la carne del salto de ese indicador, lo que no es real.
A modo de ejemplos, debemos recordar que en julio de 2022 el índice de precios fue de 7,4% y en agosto de 7%, sin incidencia alguna de la carne, por el contrario, su valor sirvió de ancla, al igual que el resto de los meses.
Por lo tanto, no se debe mirar la recomposición de precios que hubo el mes pasado, por el contrario, debemos observar el cambio el interanual y encontraremos que la carne está por debajo de la inflación que informan los organismos oficiales.
De hecho, la hacienda y la carne aumentaron en torno al 75% cuando la suba de precios acumulada en 12 meses es de 102,5%.
En newsletters anteriores dijimos que era posible que hubiera una necesaria pero fuerte recomposición y luego un amesetamiento de los precios. En efecto, con posterioridad a los incrementos que se dieron entre la última semana de enero y la primera quincena de febrero, llevamos ya 3 semanas de estabilidad en los valores del ganado, pero el resto de los costos continúan subiendo: combustibles al 4% mensual, por ejemplo.
Por otro lado, el clima no está colaborando con la actividad ganadera, a las heladas de verano sobrevino una segunda ola de calor con fuerte impacto en las pasturas y en la producción de cereales, lo que hace que los productores tengan que ir reprogramando los ciclos en función de las previsiones de alimentos.
Esto seguramente llevará a aumentar la oferta de hacienda para la faena en el corto plazo y a que disminuya el peso promedio por res lo que impactará en la disponibilidad de ganado y carne en el segundo semestre o en el próximo año.
Por lo pronto, el mercado está muy bien abastecido.
De hecho, la faena de febrero ascendió a casi 1.050.000 animales. Con 18 días hábiles de actividad el promedio fue de 58.000 animales por día. Es decir que, pese a la recomposición de precios, el mercado doméstico estuvo debidamente abastecido.
En tanto, la faena de porcinos también sostuvo su actividad con un volumen de 577.190 cabezas enviadas a los frigoríficos.
El cuanto, al mercado internacional, no se evidencia una recuperación de los valores a los niveles del primer semestre del año anterior y, en dólares oficiales, la materia prima argentina es la más cara de la región, situación que, junto a la vigencia de cortes prohibidos y retenciones, restan competitividad al sector.
Al escenario descripto, de por sí complejo, tenemos que agregar que el valor de los subproductos de faena (cuero, menudencias, sebo y hueso) están en sus niveles más bajos. Seguimos insistiendo en que se quite el régimen de derechos de exportación para los cueros, sabemos que eso los están analizando los funcionarios del ministerio de Economía, pero no hay visos de resolución inmediata.
De los pedidos de modificación de la alícuota de IVA para el servicio de faena tampoco tenemos esperanzas que se concreten por la parálisis de los tratamientos legislativos.
Es decir, el sector tendrá que arbitrar soluciones por sus propios medios y rogar para que no haya intervenciones que perjudiquen más la difícil y precaria situación actual.
Autor: Daniel Urcía, Vicepresidente de Fifra