El Gobierno anunció en estos días la apertura del mercado chino para la carne de cerdo argentina. Esa demanda será de enorme importancia debido a que China es el primer consumidor de cerdo del mundo, independientemente de que en el corto plazo crecerá todavía más ya que el país asiático, que es también el mayor productor de cerdos del mundo, está atravesando la mayor crisis que se conozca en el sector debido a la peste porcina africana.
¿Por qué Maizar celebra la apertura de este nuevo mercado? Porque la carne de cerdo forma parte de la cadena de valor del maíz, que debe internacionalizarse en todos sus eslabones. La Argentina es el 2° productor de maíz del mundo, pero consume internamente alrededor de un tercio de la producción. El resto lo exporta básicamente como granos, y no, por ejemplo, como etanol o burlanda (residuo de la producción de etanol que se utiliza como forraje).
“Todo debería estar orientado siempre a las demandas internacionales, para tener una cadena consolidada y blindada frente a problemas que puedan surgir en el mercado interno, de modo de preservar la actividad, el trabajo y la generación de divisas”, sostiene Gustavo Idígoras, presidente de la cámara que reúne a las empresas exportadoras de granos y subproductos, CIARA-CEC.
El ejecutivo preside este año también el próximo Congreso Maizar 2019, que lleva el lema El despegue internacional justamente porque pone el foco en que la condición de crecimiento de la cadena de valor de maíz va a estar dada por su capacidad de inserción internacional.
Pero ¿exportar más carne de cerdo (que implica consumir más maíz en el mercado interno y restárselo a la exportación) no es perjudicial para los exportadores de granos? “Al contario”, dice Idígoras. “Para CIARA-CEC es negocio que se transforme más maíz en carne en la Argentina: por un lado, porque la menor disponibilidad hace que suban los precios del maíz que exportamos, y, por otro, porque podría invitar al sector a hacer nuevas inversiones en carne”.
El lema del Congreso se hace todavía más fuerte en estos tiempos turbulentos para la macroeconomía argentina, que hacen más evidente la escasez de dólares genuinos en el país. “La salida de la Argentina es lograr un superávit comercial estructural: tener mayor participación en el comercio exterior, conseguir de manera legítima los dólares que demanda el mercado”, asegura Idígoras.