Aunque los productores todavía están sufriendo las secuelas que dejó la última sequía, lo peor ya parece haber quedado atrás. Ahora es momento de sentarse a analizar los números que dejó la pasada campaña y poder recoger algunas enseñanzas. Es así que a partir de un informe elaborado por Jorge Ingaramo, asesor económico de ASAGIR, se desprende la ventaja y conveniencia de incluir dentro del portfolio de cultivos al girasol, que en términos comparativos tuvo una actuación superior a la soja.
Según datos de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, el rendimiento medio nacional para el girasol fue de 20,7 qq/ha, habiéndose registrado una pérdida de apenas 60.000 hectáreas. Se trata de apenas un 3,4% del total implantado contra el 4,5% exhibido para el caso de la soja en buena parte del Norte y Centro-Sur del país, donde ambos cultivos son relevantes (se excluye del análisis la región núcleo y centro del país donde el girasol no es competitivo).
Este dato puede ser comparable con lo acontecido en las tres últimas campañas (las cosechas que van del 2015 al 2017), donde la media de superficie perdida de girasol fue del 4,3%, mientras que la sufrida por el cultivo de soja alcanzó al 6,3% de lo sembrado, según observa el economista.
Por otra parte, los rendimientos obtenidos durante la sequía fueron superiores a los cosechados durante el trienio anterior en al menos cuatro de las regiones girasoleras. En ese sentido, se destaca la zona del centro y norte de la provincia de Santa Fe, donde la variación porcentual alcanza el 20,8%. Sólo en el centro de Buenos Aires y en la Cuenca del Salado se registraron pérdidas respecto al pasado trienio, pero las variaciones son mínimas, mientras que en el sudoeste bonaerense y el sur de La Pampa la merma fue realmente significativa con un 27,9% de caída.
Por el contrario, para el caso de la soja los rendimientos fueron para abajo en todas las regiones que comparte superficie con el girasol y particularmente significativas en todo el territorio nacional donde se especula que hasta el momento las pérdidas alcanzarían el 26,7%. Es que a las graves consecuencias que trajo la sequía, se sumaron además las constantes lluvias que se produjeron a partir de mediados de abril que dificultaron enormemente la cosecha de la oleaginosa.
Allí el girasol ha demostrado también su ventaja comparativa. Durante la última campaña, la siembra de girasol se inició en principio con humedad en los suelos de la mayor parte de las regiones. Además, pese a la fuerte sequía que azotó a gran parte del territorio nacional, el girasol obtuvo una mejor performance a la hora de la cosecha gracias a la mejor resistencia del cultivo al stress hídrico.
A estos datos se suma una encuesta realizada por CREA durante la primera quincena de marzo donde refleja el fuerte impacto de las adversidades climáticas en la producción de los distintos cultivos. Allí, el girasol vuelve a exhibir una caída notablemente inferior al resto de los granos con apenas 1,6% de la superficie perdida, 34,8% de la superficie afectada y una merma de rendimiento de 11,1% respecto a lo presupuestado.
Del relevamiento, realizado a más de 1300 miembros y asesores CREA de todo el territorio nacional (incluyendo las zonas centro y núcleo del área pampeana donde el girasol posee menor preeminencia), se desprende que el maíz temprano tuvo un 54,2% de área afectada y la proyección de caídas de rendimiento fue de 20,8%; la soja de primera presentó un 58,9% de área afectada con mermas de rendimiento de 29,6%; la soja de segunda un 66,8% de superficie afectada con disminución de rendimiento de 47%; y el maíz tardío un 61,3% de área afectada con caída de rendimiento de 35,4%.