A partir de este protagonismo, Raúl Dente valorizó la importancia institucional de las Bolsas de Cereales, y destacó la relevancia de las cámaras arbitrales, que a través de expertos permiten evaluar las controversias que se producen en el comercio y resolverlas en menos de tres meses, y del mercado de futuro Matba Rofex, “que permite diseñar una estrategia de comercialización con muchos fundamentos, no solo a nivel del precio de los granos, sino también con respecto al tipo de cambio”.
Sobre el comportamiento de los precios a futuro, Dente dijo que el mercado cambiario no está previendo un salto devaluatorio para los próximos meses. “El valor a septiembre ajusta 4% por encima de la pauta devaluatoria del dólar oficial, que es de 2% mensual”, observó. Así, el precio actual del maíz es mejor que el que se espera para los próximos meses, y recién para diciembre las pizarras a futuro marcan una recuperación, dijo.
Para Ramiro Costa, el crecimiento en área sembrada y en producción del maíz en los últimos 10 años es resultado de la interacción de una cadena que logró competitividad, a nivel doméstico, y también a nivel mundial. “En 20 años, el área nacional con maíz creció 175%. Y en materia de producción, venimos de dos campañas malas por el clima y la chicharrita, pero con un piso de 50 millones de toneladas que se puede mejorar”, destacó. Para la campaña 2023/2024, las ventas al exterior de maíz serían de USD 5.800 millones, apenas 1% más que lo registrado en la campaña anterior, dominada por la sequía.
“En la campaña anterior, si bien la producción cayó por efecto del clima, los precios fueron mejores”, agregó Emilce Terré. En ese contexto, el producto bruto del maíz para la actual campaña será de USD 16.000 millones, un muy buen indicador, según dimensionó Costa.
“El secreto del maíz está en la inversión. El agro invirtió USD 16.000 millones en 2023/2024 en insumos y servicios; el 35% lo aporta el maíz, que solo es el 20% de la superficie”, sostuvo Costa. Por otra parte, el maíz explica el 10% de las exportaciones totales. “Llega a 93 destinos, es el producto más diversificado. Cuatro años atrás, llegó a 120 países”, agregó. Además, la cadena del maíz tiene un impacto ambiental favorable. Según un relevamiento de tecnología agrícola aplicada que llevó a cabo la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, en términos de rotación, el maíz explica el 22%, y constituye el 46% de las gramíneas implantadas. El 90% de la superficie se hace bajo siembra directa, y el 30% se realiza con muestreo de suelos, y 40% de los productores tiene un nivel tecnológico alto.
Sin embargo, Costa destacó que “hace 5 años que el maíz no salta en área y producción, y se sigue atrasando en tecnología”. Para él, los mayores esfuerzos para que el maíz pueda crecer 45% en los próximos 10 años se deben dar en un escenario de políticas públicas de estímulo. “Con las condiciones actuales se podría crecer 30% en 10 años; pero podría llegar a 45% si el escenario económico fuera menos distorsivo para el maíz”, pronóstico.
Otro de los desafíos para el maíz es mejorar su infraestructura logística. El cambio en las fechas de siembra, que hace que en la actualidad la mayor área tenga maíz tardío, modificó la estacionalidad del ingreso de los granos a los puertos del Gran Rosario. “El aumento de la producción nacional es por el maíz tardío”, dijo Emilce Terré.
En la primera década del actual siglo, el pico de ingreso de camiones con maíz a las terminales portuarias rosarinas era en marzo, por el cultivo temprano. En los últimos 10 años, con el protagonismo del maíz tardío, al pico tradicional de marzo se agregó otro en julio. “El problema es que si comparamos con la estacionalidad de los principales competidores del maíz argentino (Brasil, Estados Unidos y Ucrania), la producción compite a nivel comercial con Brasil, lo que genera una caída de precios”, señaló.
El ferrocarril, dijo, viene creciendo como modo de transporte del maíz en los últimos dos años. Según la economista, el año pasado el tren llevó el 20% del maíz a los puertos de Rosario, y estos se va a repetir esta campaña, con 3,5 millones de toneladas. Otros 20 millones de toneladas llegarán en camiones, y 1 millón, en barcazas.
Para este ciclo agrícola se estima que saldrán de los puertos rosarinos 23,5 millones de toneladas de maíz, lo que lo convierte en uno de los principales nodos comerciales a nivel mundial para el cereal. Si se suman los embarques desde Quequén y Bahía Blanca, el volumen exportador llegaría a 31,5 millones de toneladas, 25% más que el año pasado.
“Es importante mantener competitiva la hidrovía Paraná-Paraguay”, agregó Terré, y detalló algunas obras de infraestructura necesarias para facilitar la logística de cara a un mayor crecimiento en la producción maicera. En esa lista figuran la transformación en autopista de las rutas nacionales A12, 33 y 34, además de incorporar un tercer carril en la autopista Córdoba-Buenos Aires, entre Rosario y San Nicolás, y entre Rosario y la A12.
En los últimos años, la cadena del maíz se desenvolvió en Córdoba hasta convertirla en la principal productora del cereal, indicó Gonzalo Agusto. La superficie pasó de 1,5 millones de hectáreas en 2015, a 3 millones actualmente, con un marcado perfil de sustentabilidad. “En 2009/2010, por cada hectárea sembrada con maíz, había 4 de soja; en la última campaña, esa relación se redujo a 1,3 hectáreas de soja, por 1 de maíz”, comparó.
La producción también creció: pasó de un promedio de 10 millones de toneladas hasta 2015, a los 19 millones estimados para esta campaña, aunque antes del impacto de la chicharrita se proyectaba cosechar 24 millones de toneladas, sostuvo el economista.
Por otro lado, la provincia ha generado un modelo de desarrollo sobre la base del maíz, fundado en el agregado de valor. “En Córdoba se transforman 4,3 millones de toneladas, aproximadamente 1 de cada 4 que se producen”, dimensionó Agusto. El bioetanol representa 37% del maíz transformado, seguido por la ganadería y la lechería, indicó.
Para el economista, el potencial del maíz sigue siendo inmenso, pero advirtió que se necesitan condiciones macroeconómicas estables, reglas claras, menor presión impositiva, mayores incentivos a la transformación y profundizar la interacción público-privada.