En el marco del Simposio Fertilidad 2017, Fernando Andrade del INTA Balcarce, señaló que “el gran desafío de la agricultura es seguir satisfaciendo la demanda creciente de alimentos, reduciendo a su vez el impacto ambiental de esa producción”.
En su presentación, Andrade planteó que se está utilizando la tierra más allá de su capacidad de carga productiva, mientras se espera que para 2050 la población mundial aumente entre 50% y 60%. Si bien afirmó que el sector productivo está en condiciones de satisfacer esa demanda (a 2050 se espera un incremento de 200%), destacó que hay que pensar en el cómo.
En este orden, describió los efectos de la agricultura en el impacto ambiental. En primer lugar, es responsable del 30% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero (GEI); en segundo lugar, su expansión generó la desaparición del 45% de los bosques naturales (Brasil encabeza el ranking de deforestración en el que Argentina está 9°); también mencionó la degradación de suelos (5 millones de hectáreas por año en el mundo). Además, la agricultura utiliza el 90% del agua dulce y el mal uso de agroquímicos y de fertilizantes.
“En el mundo se cultivan 15 millones de km2, pero la expansión de la superficie ya no puede ser por la vía principal del incremento de la producción. El camino es que aumentar la eficiencia en el uso de los recursos. En maíz, si lleváramos los rendimientos a 7 mil toneladas aumentaría en 400 mill/tn la producción mundial. Debemos alcanzar altos niveles achicando brechas de rendimiento”, señaló el especialista.
Finalmente, agregó que es cada vez más difícil aumentar la productividad sólo con el uso de insumos y que, en cambio, se debe apuntar a las tecnologías de procesos y conocimientos, como el mejoramiento genético de las semillas y el manejo ecofisiológico de los cultivos: densidad y fecha de siembra, agricultura por ambientes, realizar rotaciones y cultivos de cobertura. “Y en el caso de Argentina, aún utilizamos poco fertilizante y poco riego”, puntualizó.
“La humanidad tiene que enfocar su capacidad de innovación en solucionar los problemas del hambre y la pobreza y apeló a la colaboración y cooperación para enfrentar problemas que afectan a todos, como el cambio climático. Hemos construido un mundo desparejo. En lugar del balance financiero, las empresas deberían hacer un balance del bien común”, concluyó.