“Las exportaciones de productos agrícolas (cereales, oleaginosas, legumbres) y de sus primeros derivados industriales (harinas, aceites) alcanzaron al 55% de las exportaciones totales en los primeros 7 meses del año, una cifra que es récord desde el año 1992. La Pandemia, las restricciones internas vinculadas a la política de distanciamiento y/o aislamiento, la caída de la demanda de Brasil, dos buenas cosechas (ciclos 2018/2019 y 2019/2020) son, entre otras, las variables que han concentrado la estructura de exportaciones hacia productos que dependen, directa o indirectamente, de la agricultura extensiva
Uno de los factores claves del resultado productivo de la agricultura extensiva es el clima. Éste último, lamentablemente, no está acompañando al nuevo ciclo agrícola, y amenaza la generación de divisas del 2021. El potencial de rindes de los cultivos de invierno (trigo, garbanzo) ya se encuentra disminuido por la insuficiencia de lluvias y las altas temperaturas en el centro y norte del país. A precios de exportación, una merma de sólo el 10% en el rinde medio del trigo le costaría al país US$ 440 millones, cifra que escalará rápidamente si las lluvias no aparecen en las zonas más afectadas por la sequía
La preocupación crece al considerar que los principales centros de predicción climática del mundo coinciden en un aumento de la probabilidad de tener un evento climático Niña en los próximos meses (Fenómeno ENOS), que usualmente conlleva menores lluvias para la región pampeana argentina. Debe advertirse que los últimos dos traspiés fuertes de la producción de granos de verano del país (campañas 2008/2009 y 2017/2018, con ajustes del 35% y 26% respectivamente de los volúmenes) se dieron en fases Niña (de diferente intensidad). Y que una tercera campaña con problemas, de menor intensidad, la 2011/2012, cuya producción se contrajo 14% interanual, también coincidió con una fase Niña del ENOS.”