A los pocos días de asumir, en el Banco Central se trazaban este camino: aceptar una caída de reservas de 3.000 millones de dólares en el primer trimestre y luego recomponer hasta cerrar el año en un punto similar, o tal vez algo mayor, a los 30.000 millons con que arrancaron 2014.
Por ahora el Central ha logrado recorrer esa línea de puntos. Está haciendo frente a los pagos de deuda y de importación de energía y las reservas estuvieron a punto de bajar de 27.000 millones esta semana. El viernes, con plata de las cerealeras y el aporte de divisas del bono que emitió YPF, quebró la tendencia y lugró ubicar el stock en 27.200 millones.
Ahora viene la temporada fuerte de liquidación de soja, por la que se esperan embolsar 10.000 millones de dólares. Será la etapa de acumulación para tener con qué pagar las importaciones de energía que administra el Gobierno y ceder los dólares a los privados para permitir las importaciones. En este punto se buscará hacer equilibrio entre la obligación de cuidar las reservas y la necesidad de abrir el grifo para que la producción no se resienta aún más.
Adicionalmente, el Banco Central apuesta a otras fuentes de financiamiento para reforzar las reservas. Algunas ya se están manifestando, como el bono de YPF. Pero también, aunque por ahora no hay negociaciones confirmadas, reabrir las líneas de crédito con el Banco de Basilea. Son fondos que se toman a cambio de dejar los propios dólares de las reservas (o activos en moneda dura) como garantía ante el propio Banco de Basilea. También puede participar otro banco central europeo. Para el caso es lo mismo: son fondos baratos aunque normalmente de corto plazo. Y su tasa es muy baja, debido a que el crédito está garantizado. (Clarin)
Esa es la forma habitual que tienen los bancos centrales de conseguir dólares cuando están en problemas.