La Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en el marco del Día Mundial de la Alimentación recomienda consumo de legumbres.
La ONU declaró este 2016 como el‘Año Internacional de las Legumbres’, pero a pesar de que la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) sostiene que son uno de los alimentos más nutritivos, en Argentina poco se consumen.
La FAO explicó que las legumbres son bajas en grasas y sodio, no tienen colesterol ysuponen una excelente fuente de proteínas de origen vegetal, así como de hierro y potasio. Esos frutos o semillas tampoco contienen gluten natural y su índice glucémico es muy bajo.
Estos atributos que poseen las legumbres ayudan a reducir el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares o anemia, además de mejorar las funciones digestivas, musculares y del sistema nervioso.
El organismo de la ONU también apunta que estos productos pueden almacenarse durante mucho tiempo. Adicionalmente, permite ayudar a diversificar las dietas, especialmente en los países en desarrollo.
A pesar de todos estos beneficios, existen varios países donde el consumo de legumbres es muy escaso. A diferencia de otras regiones de América Latina, donde están muy incorporadas a la gastronomía local, en Argentina casi no se consumen lentejas, porotos o productos similares.
Julio Montero, médico nutricionista y expresidente de la Sociedad Argentina de Obesidad y Trastornos Alimentarios, explicó que a pesar de que la mayor parte de las calorías que ingiere la población argentina son de origen vegetal, no provienen sustancialmente de tejidos vegetales como legumbres, hortalizas y frutas.
Por el contrario, provienen de subproductos de cereales como el trigo por ejemplo, cuyo consumo se viene incrementando.
El especialista también detalló que en los últimos diez años, esa tendencia se ha ido acrecentando. Así, como las harinas los azúcares son mayores contribuyentes de más de 2/5 de las calorías totales que podrían llegar a la mitad si se suman las calorías vacías de los tubérculos feculentos.
Mientras que las hortalizas, legumbres y frutas cedieron su espacio a los derivados de los cereales como las harinas y a los azúcares.
Esta circunstancia genera una dieta desequilibrada, donde se consumen alimentos con muchas calorías a los que les faltan nutrientes esenciales para una dieta más sana que reduzca enfermedades asociadas al corazón y la sangre.