Hoy la rentabilidad por hectárea en casi todas las zonas productivas del país dan a la ganadería una clara ventaja sobre el resto de las producciones que hasta hace poco eran estrella. El estudio realizado con el Ing. Juan Carlos Porstmann que se expone seguidamente, traduce en cifras simulaciones que dejan claramente sentada la ventaja de trabajar con la ganadería. Pero esta decisión no sólo debe ser una opción coyuntural de ventaja momentánea sino que se debe volver a la producción ganadera con una visión estratégica, profundamente comprometida con los modelos productivos sustentables. Hacer ganadería es más rentable y garantiza una utilización del recurso tierra con un gran compromiso hacia las generaciones futuras. En la investigación que aquí se presenta se exponen las razones acerca de porqué hoy es más rentable la ganadería.
La cadena de ganados y carnes tiene muchos actores que conforman sus eslabones. Por lo general la forma histórica de funcionamiento de todos ellos no fue analizada como una acción en común sino como partes estancas que ganan al influjo de las pérdidas de otros actores.
La crisis de los últimos años que provocó una merma del stock ganadero de entre 10/12 millones de cabezas debe ser vista como un punto de inflexión que modifique definitivamente la forma de relacionamiento. Los distintos sectores deben comprender que cuando todos agregan valor se jerarquiza en forma incremental el patrimonio de todos ellos, de forma tal que la utilidad no está en ventajas parciales sino en la acción virtuosa de una tarea asociativa que reposicione a la cadena en una nueva etapa.
La caída de los precios de los cereales y oleaginosas junto a la revalorización del dólar como moneda de transacción internacional ha producido importantes bajas en los precios de los mismos. Después de uno de los períodos más largos de precios sostenidamente altos la abundancia de oferta ante un mundo que crece en forma más lenta determinó nuevos precios, los cuales si bien no poseen los valores records que en el caso de la soja la había situado en 550 U$S la tonelada, hoy rondando los 370 dólares siguen siendo buenos pero no tan rentables como otrora. Lo único que cambió en esta ecuación exitosa de los últimos años es que ahora vuelve a ser negocio solamente en la zona núcleo y no tan extendida territorialmente como había ocurrido. El flete y los rindes son dos variables demoledoras a la hora de hacer números y pone a disposición la vuelta de otros modelos de producción.
El formato histórico de explotación agropecuaria aún en la zona núcleo era mixta, con una rotación permanente que permitiera engordar el suelo con las tropas de ganado cambiando de lote en lote, con una planificación ordenada por ciclos de maíz, trigo y posteriormente de soja preservando el bien más importante que era la tierra.
El modelo económico financiero de cualquier explotación tenía un funcionamiento de caja chica con la ganadería, donde durante el año se iban vendiendo de a poco las tropas para garantizar el funcionamiento y la llegada de la cosecha que era la gran caja de ahorro familiar. Ese esquema económico productivo permitió durante décadas preservar ambientalmente el campo y económicamente garantizar el sustento. Los precios y costo de la soja modificó totalmente el esquema y aún el asentamiento de las familias. La posibilidad de vivir de renta explotando campos heredados cambió en la zona núcleo el diseño familiar y laboral, el abandono del campo como lugar de residencia y las altas rentabilidades logradas permitieron en muchos casos modificar la pampa gringa.
Con los nuevos valores de la soja que reflejan la buena predisposición de la demanda pero, por encima de ellos, las abundantes cosechas en los principales países productores; todo indica que los próximos dos años los recorridos alcistas o bajistas en los precios estarán más afectados por las acciones de los fondos de inversión que por los fundamentos del mercado. Esta caída de rentabilidad en los productores debe ser vista como una nueva oportunidad para apostar a la diversificación, sin manejar esa dicotomía tan dañina de granos o carnes entendiendo que los mismos tienen una complementariedad que los convierte en una fórmula sustentable económica y ambientalmente.
Este trabajo que se presenta es el resultado de un seguimiento durante más de dos años de distintos modelos parametrizados de forma tal de estar atento a las modificaciones de precios en los productos los cuales definen en función de la rentabilidad las alternativas. Sin lugar a dudas que los números coyunturales no reflejan más que la foto de un momento el cual se extendió durante años en favor de la soja, pero las nuevas circunstancias muestran una realidad muy distinta y abriga la esperanza cierta de la vuelta paulatina de la ganadería. No obstante ello, preferimos ver la película completa de forma tal que los cambios no impliquen saltos al vacío; la definición de modelos mixtos de funcionamiento es más una decisión estratégica que una corazonada a la renta.
El formato de ocupación territorial de la agriculturización fue un proceso demasiado violento, de la mano de innovaciones típicamente argentinas como la siembra directa, el desarrollo y aplicación de la biotecnología, y un modelo de relacionamiento exitoso que hizo de Argentina uno de los países más eficientes en agricultura del mundo. Los cambios positivos que generó la agriculturización chocaron con algunas limitantes negativas como la depredación en algunas regiones del suelo como con la modificación de formas sociales de vida y trabajo de importantes poblaciones en el interior del país.
Pensar en la ganadería como único sinónimo de calidad sustentable sería un despropósito. Pero no valorar la importancia de la radicación de mano de obra en el interior y su papel articulador de relaciones sociales estables sería ingenuo.
Debemos ver la nueva oportunidad que nos da la modificación de rentabilidades como el inicio de una nueva película productiva en el país, de la mano de la integración de las dos producciones la agrícola y la pecuaria. La oferta agroalimentaria dará más oportunidades de abastecimiento al mundo, logrando convertir cada una de nuestras materias primas en productos con valor agregado que lleguen directamente a la góndola. Argentina debe aprovechar la oportunidad de ser el supermercado del mundo junto a otros países de Sudamérica aprovechando la suerte de ser el único reservorio mundial de aguas dulces y tierras del planeta capaz de proveer alimentos en abundancia.
Argentina posee uno de los rodeos británicos más grande del mundo dándole una calidad genética a su producción de carne que es altamente valorada, asimismo el desarrollo de razas sintéticas sobre la base de británicos permitió dotar a amplias provincias extrapampeanas con animales de una excelente contextura que modificó favorablemente el rodeo permitiendo tener un stock ganadero casi de excelencia. El valor de la calidad genética no es un ítem más a tener en cuenta sino que es el elemento distintivo que hace que Argentina sea diferente a buenos productores como hoy lo son Brasil y Paraguay. Nosotros nos diferenciamos por la calidad y otros se diferencian por la cantidad.
Poseer un stock ganadero diezmado pero aún importante, un expertise en toda su cadena obtenido durante más de cien largos años de producción responsable, que supo abastecer a las mejores cadenas de restaurantes de los principales países del mundo. Estos atributos hacen que la ganadería vuelva a ser una oportunidad de poner rápidamente en marcha. Existen pocas producciones que puedan responder tan velozmente a los requerimientos de una demanda como la ganadería. Su ciclo biológico es solamente una limitante que tiene tanto valor como la necesidad de políticas claras y permanentes, lo único que el sector necesita es que su funcionamiento sea el resultado de las fuerzas del mercado sin requerir ningún subsidio especial, la ganadería no tiene costo para el país solamente por la oportunidades perdidas.
El nuevo modelo de funcionamiento en la cadena debe incluir necesariamente la incorporación de nuevos actores al sector. Debemos tener una visión amplia que permita a quienes están por fuera del sector incorporarse y dinamizarlo. La nueva etapa requiere no sólo el expertise de todos sus productores sino una importante inyección de inversiones que permita capitalizar al sector. La cadena históricamente no ha tenido una buena imagen y gran parte de la misma ha sido resultado de una comunicación tendenciosa y de claros vicios de funcionamiento especialmente en el dedicado al consumo interno. La actualidad obliga a dar más transparencia premiando a quienes trabajan correctamente en un sector que moviliza importantes masas de dinero.
En honor a las decenas de miles de productores honestos y que todos los días trabajan orgullosos de la calidad de sus rodeos, en las Casas Consignatarias que han cumplido fielmente durante décadas sus compromisos de intermediación, en la industria frigorífica que posee estándares internacionales de calidad trazando toda su mercadería penetrando los mercados más difíciles. Llegó el momento del salto cualitativo del sector, el que deberá incorporar a sus habituales herramientas formatos que el sector agrícola posee desde hace décadas, forward ganadero, warrant ganadero y fideicomisos ganaderos. El nuevo proceso se asienta más en la especialización de aspectos financieros y comerciales, sin restar todo lo que se hace bien de la tranquera para adentro, pero el futuro pasa de la tranquera hacia afuera. La diferencia no sólo está en sus paquetes tecnológicos de pasturas, inseminación, genética, sino que ahora la diferencia estará en el manejo del flujo de fondos, procesos de comercialización, formatos de integración, etc.
El trabajo que se desarrolla a continuación tiene por objetivo poner en números los márgenes que ha logrado la ganadería a través de su recomposición de precios junto a la caída de los valores de los productos sustitutos en la utilización de la tierra. La ganadería y la soja son complementarias para un uso más eficiente y sustentable de la tierra. La rentabilidad social es más importante que la rentabilidad individual en el largo plazo.
Autor: Raul Milano – RosGan