La fertilización de las pasturas de acuerdo a las necesidades del ambiente permite lograr una alta tasa de retorno en la producción de carne y leche. Para lograr este objetivo Nidera Nutrientes desarrolló sus mezclas Pampero.
El primer paso es lograr un adecuado diagnóstico y para instalar una pastura se deberá poner mayor énfasis en la profundidad para perpetuarla. El diagnóstico de laboratorio ayuda a incrementar los ingresos por unidad de superficie proveyendo información sobre el contenido de nutrientes disponibles y del estado de fertilidad del suelo. Con estos datos se puede inferir el tipo de mezcla y dosis de fertilizante y tipo de corrector de suelo que hace falta.
Cómo auditar el suelo
El mapeo del suelo es la primera tarea a desarrollar. Para la gestión de una pastura no menor a 4 a 5 años se deben incluir los siguientes índices estratificados a -20 cm, -40 cm y -60 cm en condiciones normales de suelo.
Además, se debe analizar los índices físico-químicos, como la distribución y estabilidad de los espacios de aire y agua, el carbono orgánico total, el potencial de hidrógeno, los nutrientes extractables, la conductividad, y el azufre total.
También se deben considerar los índices biológicos, como el nitrógeno potencial a mineralizar, la biomasa microbiana, y los contaminantes.
Por último, los índices externos, como la influencia de napas: profundidad, intensidad, permanencia, excesos, híper-posicionamiento coloidal.
Cómo abordar la necesidad de nutrientes
El primer paso -si fuera necesario- será corregir el pH a través de las bases (acidez o alcalinidad). Para ello, el Azugran posee la concentración para tal corrección, luego se adicionará el fósforo con rangos variables según ambientes con niveles de disponibilidad no menor a 18 ppm. En lecturas de Bray-1., se podrán sostener con aportes sustantivos de Pampero-P reforzado. Al menos en el inicio, es importante tener el valor de Bray-2 para determinar la capacidad de entrega del fósforo en el primer ciclo.
Calcio y/o magnesio aportarán beneficios al perfil físico del suelo, en tanto que el magnesio ayudará en la expresión aérea de la pastura.
Si fuera alfalfa, considerar que es altamente calcífera por sus extracciones sub-superficiales -de allí la trascendencia de auditar a -60 cm-. En este caso se podrá cubrir con macro dosis de Azugran o Azugran Potenciado.
Una buena nodulación también depende del equilibrio de fósforo, calcio, azufre, hierro y molibdeno (éste último, ultra-traza, deberá auditarse al menos en el ingreso al lote, no solo por la suficiencia, también en algunos ambientes por el exceso y su consecuente bloqueo hacia otros). Las mezclas Pampero permiten alcanzar niveles óptimos de los tres primeros elementos.
Las gramíneas compiten por el potasio, entre otros minerales. Y aunque si bien su dotación es regular, deberá inventariarse para asegurar que haya suficiencia. La falta de éste nutriente está asociada al uso intensivo de corte en estado inmaduro. La concentración de potasio en las diferentes mezclas Pampero permitirá alcanzar los niveles de demanda por ambientes pre-definidos.
Respecto del boro, el mejor indicador será el diagnóstico foliar en alfalfa. Sin embargo, los aportes de éste metaloide para que se perpetúe se realizarán una vez corregido el suelo para alcanzar suficiencias en períodos prolongados. Superada esta etapa y, ante la posibilidad de bloqueos por agentes externos en el desarrollo de la pastura, se puede utilizar una herramienta complementaria que es la nutrición vía hoja. Aquí, la elección del fertilizante debe tener propiedades específicas para poder ser aceptado y transportado súbitamente.
Lo más importante es recordar y tener en cuenta que el objetivo se habrá logrado cuando se alcance una “secuencia aceptable en minerales-oxígeno-bacteria-pastura-proteína-diente”. Autor: Marcelo Palese (Nidera)