Según la European Glyphosate Task Force (GTF), hace 40 años que se analizan las consecuencias del uso del glifosato y no se han encontrado pruebas de que haya generado cáncer en los ratones utilizados para realizar las experiencias. A esto se le suma que diversos estudios realizados en Europa indican que el glifosato cumple con todos los requisitos que exige la Unión Europea para los herbicidas. En esta misma posición se encuentran la Agencia de Protección del Ambiente (EPA) de Estados Unidos, el Instituto Alemán de Evaluación del Riesgo (BfR) y la misma FAO.
Sin embargo, la Agencia Internacional de Investigación del Cáncer (IARC, en inglés) sí considera que el glifosato es un producto“probablemente cancerígeno”.
¿A qué se debe esta diferencia de opiniones?
En principio, a que el BfR, la EPA y la FAO se sustentan en estudios nuevos y específicos sobre el glifosato, mientras que la IARC se basa en estudios ya publicados y sin tener en cuenta ciertas variables determinantes, como la validez de las metodologías utilizadas para la investigación y los aspectos ambientales, culturales, físicos, biológicos y hasta genéticos, entre otros. Cabe destacar que para la IARC, el glifosato comparte el mismo riesgo cancerígeno que el mate, el humo que emite una chimenea hogareña o el hecho de trabajar en una peluquería, por los productos químicos que se utilizan.
La polémica sin dudas será larga porque hay muchas miradas sobre este tema, desconocimiento y cierto nivel de desconfianza en los ambientes ajenos al sector productivo.
Es bien sabido que ningún producto resulta totalmente inocuo, pero está comprobado que con las Buenas Prácticas Agrícolas se reduce el nivel de exposición y, por lo tanto, el riesgo de intoxicación. En este sentido, una vez más, el consumo responsable y las acciones relacionadas son la clave: capacitación, compromiso e investigación científica.
También es fundamental tener en cuenta que el glifosato está aprobado por las agencias regulatorias de más de 140 países, incluyendo a las más exigentes como las de Japón, EE.UU y Alemania.
Fuente: Casafe