Mientras que los promedios de los últimos 30 años muestran valores mensuales de precipitación de entre 10 y 45 milímetros, este año apenas se registraron 0,9 milímetros como promedio de la red de estaciones GEA/BCR para todo el mes. Desde finales de marzo no hay lluvias significativas en la región y la falta de agua se agrava. Esta situación crítica está impactando en los cultivos de invierno, especialmente en el trigo, y pone en riesgo el potencial de la campaña agrícola.
La falta de lluvias ha dejado al 10% del trigo en condiciones de regular a malo. Del trigo sembrado, el 2% está en mal estado, el 8% en estado regular, mientras que el 15% se mantiene en muy buen estado y el resto en condiciones buenas. Las zonas más afectadas incluyen el norte de Buenos Aires, específicamente el noreste. En localidades como Pergamino, el tiempo seco y frío ha sido devastador en cultivos como cebada, arveja, lenteja y crucíferas entre otros. El trigo es el que mejor se lleva con el frío, pero aún así, ya está siendo severamente afectado.
Un reciente informe de la Bolsa de Comercio de Rosario señala que en Pergamino, el trigo es el cultivo que más está resistiendo; sin embargo, ya hay un 10% en malas condiciones y un 30% regular. Los técnicos describen que los cultivos son pequeños, con poca biomasa, retrasados en su crecimiento y con un macollaje muy demorado. Cada día sin agua se pierde rendimiento potencial.
Hacia el noroeste bonaerense, los lotes más críticos son las siembras de julio y los terrenos con menor aptitud. En General Pinto, los sembrados de julio tardaron más de 20 días en nacer y ahora están en riesgo por la falta de agua. Los productores temen problemas significativos si se producen nuevas heladas tras los próximos días de temperaturas primaverales.
En el resto de la región núcleo, los asesores coinciden en que los trigos están resistiendo, pero casi no crecen y desarrollan muy lentamente. Advierten que ya no se espera una gran campaña, salvo que se produzcan lluvias dentro de los próximos 15 días. Se necesitan entre 15 a 20 milímetros de precipitación para que los cultivos retomen su crecimiento y no se vea afectado su potencial.
El informe de la Bolsa de Comercio de Rosario también resalta la importancia de 10 milímetros de lluvia en los próximos 15 días por dos razones. Primero, permitirían reactivar el crecimiento del trigo y desarrollar raíces que aprovechen la humedad en niveles subsuperficiales del suelo. Segundo, muchos lotes necesitan agua para aplicar fertilizantes y no quedar limitados en su rendimiento potencial. La urea, aplicada anticipándose a lluvias previstas, no se incorporó al suelo debido a la falta de precipitaciones.
Julio también marca el final de la cosecha del maíz tardío en la región núcleo, confirmando que la chicharrita le ha arrebatado 1 millón de toneladas. El rendimiento promedio pasó de 90 a 70 quintales por hectárea. La producción total de maíz de la región se quedó en 14,5 millones de toneladas, en lugar de alcanzar un posible récord de 15,5 millones.
El sector más castigado por la chicharrita fue el centro-sur santafesino, con rendimientos promedio entre 20 y 50 quintales por hectárea y lotes con pérdidas totales. En otras áreas, como el sur de Santa Fe y el sudeste de Córdoba, los rendimientos fueron variados, pero aún impactados por la plaga y la falta de agua.
Agosto comienza con cierta esperanza, ya que los pronósticos indican la posibilidad de lluvias y tormentas aisladas a partir del 2 de agosto. Sin embargo, persisten dudas sobre si estas precipitaciones serán suficientes para alcanzar los 10 a 15 milímetros necesarios para mejorar las condiciones en la región núcleo. La comunidad agrícola permanece alerta y esperanzada en un cambio en la circulación que traiga aire más cálido y húmedo al centro del país, según el consultor Elorriaga. (BCR)