“Trabajando en familia se puede llegar a grandes cosas”, asegura Jorge Gergolet. Con su hermano, José Luis, integraron la producción con el acondicionamiento, acopio y transporte de sus propios granos. De su padre heredaron la vena fierrera, pero consideran que lo mejor que les dejó fue la cultura del trabajo. Ahora ya son cuatro los Gergolet que atienden las 6.000 hectáreas que siembran anualmente, incluyendo las 800 propias. Al equipo sumaron un hijo de cada uno: Martín, que es ingeniero agrónomo (“Se recibió hace dos años, ahora está aplicando todo lo que aprendió y los viernes y sábado cursa una maestría”, dice Jorge, su padre) y Joaquín, que es licenciado en administración de empresas (“Es el hijo de mi hermano y se encarga de la parte contable”).
En el `89 falleció el padre de los hermanos Gergolet y les dejó las máquinas con las que sembraba campos de la zona. Por entonces no tenían tierra propia, todo se hacía sobre campos de terceros. “El viejo nos había enseñado a ahorrar y el ahorro lo hicimos comprando siempre algún pedazo de campo, a lo que sumamos 135 hectáreas que heredamos de una tía”, recuerda Jorge.
Los Gergolet están entre los clientes de CLAAS que llegaron a la marca por puro convencimiento. No hubo que venderles, fueron ellos a comprar.
Jorge narra que venían cosechando con dos máquinas de otra marca y en la medida en que crecían en superficie sembrada necesitaban más equipo, por eso se decidieron a comprar una “0 km” de la marca que tenían. “El vendedor nos prometió que íbamos a duplicar la capacidad de cosecha. Pero no llegamos a trillar ni la mitad de lo que hacíamos. Le erramos, no era lo que nos habían dicho”, cuenta José. Y continúa: “Ese año teníamos que trillar lotes con mucha pata de gallo y con la máquina nueva no podíamos andar, no había forma. Entonces contratamos una máquina CLAAS de un colega y amigo, era una MEDION 310, una máquina chica, pero nos sacaba una vuelta por vuelta”, recuerda entusiasmado. “Antes de terminar de levantar la soja de la cosecha siguiente llamamos al vendedor de CLAAS y le dijimos que queríamos una. Ahí compramos la primera CLAAS, una LEXION 580. Desde entonces nos quedamos en la marca y ahora tenemos una LEXION 600 y otra 780”, dice.
“El mantenimiento lo hacemos nosotros mismos en nuestro taller –relata-, pero el servicio técnico de post venta de CLAAS siempre se ha portado muy bien con nosotros. Una vez se rompió el motor de la 600. Ya tenía dos años y 2.000 horas de uso. Se rompió un lunes a las 7 de la tarde y para el día siguiente a la misma hora ya le habían puesto un motor nuevo. Perdimos sólo un día de trabajo”.
Los Gergolet tienen concentrada la siembra en distintos campos, todos cercanos a Pueblo Italiano, la localidad del sudeste cordobés donde viven. Son estrictos con las rotaciones, siempre el 30% va a maíz y eso les permite mantener la sustentabilidad productiva de los suelos que trabajan y también que los propietarios de los campos los prefieran como arrendatarios. Al trigo le destinan unas 1.000 hectáreas por campaña. “Algunos lotes hace más de 20 años que los sembramos nosotros”, explican. La rotación está integrada por tres cultivos: trigo, maíz y soja.
¿Por qué mantienen al maíz en la rotación? “Por un tema agronómico –contesta José-. Además, en los números finales estamos convencidos que lo que más nos rinde es mantener al maíz y al trigo en la rotación con soja. Y algo que nos viene dando buen resultado es el maíz de segunda sobre trigo. Entonces hacemos todos los años unas 600 a 700 hectáreas de maíz de segunda y el resto de primera. Tanto en un caso como en el otro, siempre al maíz le sigue la soja”.
Aún en años difíciles, como éste, los Gergolet se mantienen fieles a la tradición. “Al mantener la producción de 2 o 3 granos distintos vamos vendiendo lo que más conviene en cada momento y guardando el resto”, dice Jorge.
De punta a punta
La estrategia de los Gergolet se basa en cubrir todas las etapas de los granos, desde la producción con maquinaria propia hasta su destino en las industrias y puertos de embarque. “Sólo el flete se lleva alrededor de un 15% de la cosecha –explica José-, nosotros lo hacemos con camiones propios y estamos bajando ese costo a alrededor de la mitad. Si a eso sumamos que contamos con nuestra propia planta de acondicionamiento y acopio debemos estar en un ahorro del orden del 10% al 15% del valor de nuestra producción”.
“Pero la ventaja más importante es comercial –agrega-, ya que trabajar de esta manera nos permite movernos más libremente. Y cuando uno tiene el grano en su poder es posible sacar 20 o 30 pesos más por la soja”.
Arrancaron almacenando en silos bolsa, pero después compraron una planta de acopio de 3.000 toneladas “que ahora estamos desarmando para sacarla del pueblo y compramos una en desuso, de 9.000 toneladas, que estamos reacondicionando. De esta forma llegaremos a las 12.000 toneladas de capacidad que es lo que más o menos producimos de soja por año”, relata.
Al maíz “tratamos de cargarlo directamente por los problemas de humedad, en entregas con precio a fijar. Y al trigo, en general, lo vendemos a algún molino de la zona”. La soja es vendida a aceiteras, a corredores o a exportadores en forma directa.
Así son los Gergolet, productores de raza que aprendieron a integrarse en todas sus formas: agregando valor e incorporando los conocimientos frescos que aportan las nuevas generaciones.