Si hay algo constante en el clima es la alta variabilidad. Este dato fue confirmado en un ensayo de larga duración que se realiza en el módulo de riego del INTA Manfredi -Córdoba-. Luego de 28 años de mediciones y experimentación determinaron que en la región la precipitación media anual es de 757 milímetros (período 1931-2023).
Además, observaron que el 80 % de las lluvias se concentran en el semestre octubre-marzo, al tiempo que existe más del 50 % de probabilidades de registrar déficit hídrico en todos los meses del año, lo que limita y condiciona los rendimientos de trigo, así como de los principales cultivos de verano, como la soja y el maíz.
Frente a este escenario, Aquiles Salinas -especialista en riego y director del Centro Regional del INTA Córdoba- subrayó la importancia de realizar un seguimiento del contenido de agua en el suelo y lo consideró “una estrategia fundamental que nos permite regar de manera sostenible, aportando sólo lo que el cultivo necesita y que no es suministrado por las lluvias”.
Y agregó: “Luego de 28 años de estudios observamos incrementos de rendimiento por el riego para todos los cultivos, del orden del 115 %, 51 % y 28 % para trigo, maíz y soja respectivamente”. A su vez, detalló que “la mayor respuesta de rendimiento en trigo bajo riego respecto a secano se explica por la ocurrencia del ciclo de este cultivo en un período del año con escasas precipitaciones, debido al régimen de lluvias típico de la región”.
En este sentido, destacó: “El riego suplementario surge como una tecnología que permite suministrar agua a los cultivos durante períodos de déficit hídrico y permite mejorar los rendimientos y disminuir la variabilidad interanual de los rindes”.
Es que, según explicó, si bien la incorporación de la siembra directa (SD) y tecnologías de manejo asociadas en Córdoba permitió incrementar los rendimientos de los cultivos y la producción agrícola a lo largo de los años, la producción de secano se encuentra limitada por la disponibilidad de agua, debido a la alta variabilidad en la cantidad y distribución de las precipitaciones.
Salinas recordó que “en 1996 se instaló en INTA Manfredi un módulo de riego con fines experimentales y demostrativos para proporcionar herramientas al productor regante de la región que sirvan para maximizar la productividad de la empresa agropecuaria”.
Y especificó que desde la instalación del sistema, todos los años se realizaron mediciones de precipitaciones, riegos, contenido de agua en el suelo a la siembra y cosecha, rendimiento en grano, consumo de agua y eficiencia de uso de agua (EUA, calculada como los kg de grano producidos por mm de agua consumido) de los cultivos regados.
En conclusión, Salinas destacó que para las condiciones edafoclimáticas regionales, los resultados mostraron que el riego suplementario tuvo un efecto positivo sobre los cultivos analizados. “Los rendimientos en granos se incrementaron respecto al secano y fueron más estables, demostrando la sostenibilidad en el tiempo de esta práctica”, subrayó.